Ese mar que tranquilo te baña está llegando a la puerta de tu casa
Jaime Sáez Quiroz
Jaime Sáez Quiroz
Empecemos donde estamos todos de acuerdo: Chile es un país de mar. Lo dice nuestro himno y el azul en nuestra bandera, cada mes de mayo en las escuelas se celebra el mes del mar, el océano ha inspirado cientos de las más grandes creaciones del arte chileno, cada habitante de nuestro país tiene algo que decir sobre el mar.
Pero ese mar que tranquilos nos baña, está subiendo su nivel y pronto podría estar tocando a nuestras puertas: desde la revolución industrial, el aumento de las emisiones de carbono han provocado un aumento de la temperatura promedio del planeta que lleva a un aumento del nivel del mar que ya causa inundaciones y problemáticas marejadas en diversos lugares del mundo.
Los pronósticos son variados, pero sin mucho temor a equivocarnos, podemos proyectar que entre el 2050 y el 2100, el mar haya aumentado casi un metro su nivel. Durante este tiempo, es previsible que tengamos marejadas e inundaciones cada año más severas en las costas de nuestro país.
Muchas personas, al recibir esta información, podrían hacerse apresuradamente una imagen de un aumento del nivel del mar sumamente paulatino, solo perceptible en el largo plazo, pero la evidencia dice otra cosa. La alteración del movimiento del mar genera marejadas cada vez más intensas que amenazan la infraestructura portuaria y la capacidad de operación de los principales puertos de nuestro país, tal como indican estudios realizados por el Centro de Investigación del Riesgo de Desastres de la Universidad de Valparaíso, y para un país como Chile, que se relaciona con el resto del mundo a través de su mar y puertos, esto podría tener consecuencias catastróficas. Así mismo, podríamos ver efectos en sectores de la economía como la pesca artesanal producto del daño de la infraestructura y efectos en la biodiversidad, o en la agricultura de sectores costeros donde el agua salada se adentre en los suelos y acuíferos que se usan para el riego.
Vamos ahora a nuestra región de Los Lagos. El mar interior de Chiloé que se encuentra de Puerto Montt al sur presenta un particular riesgo frente a la crecida de los mares, pues sus particularidades geográficas hacen que las ciudades costeras de nuestra región sean especialmente propensas a inundaciones. Lugares como Maullín, Calbuco, Puerto Montt, Hualaihué, Chaitén y sobre todo Chiloé, podrían ver en los próximos años sus costas inundadas, su infraestructura costera dañada y la economía local pasando por graves problemas en áreas como la pesca, el turismo y la agricultura.
No hay acción humana que a esta altura pueda frenar la crisis climática, pues aunque detuviéramos el calentamiento global en este instante, las consecuencias que ya ha generado la industria a nivel global seguirán teniendo efecto durante muchos años más. ¿Qué hacer entonces? Hay dos caminos que debemos asumir de forma paralela, en medidas de adaptación y medidas de mitigación frente a la crisis y sus consecuencias.
En lo que refiere a la adaptación, urge proyectar medidas que regulen la construcción de infraestructura y viviendas en sectores costeros, planes reguladores y planificación territorial impulsadas desde los municipios y gobiernos regionales y una coordinación que permita que desde sectores públicos y privados podamos proyectar una habitabilidad sustentable del borde costero de nuestro país en el mediano y largo plazo.
Para mitigar los efectos de la crisis climática y la subida del nivel del mar tenemos más dificultades, pues no depende exclusivamente de lo que podamos hacer en Chile, pues dependemos de la disminución de los gases de efecto invernadero a nivel mundial. A fines del presente mes, en Dubai, se reunirán representantes de todos los países de las Naciones Unidas en la COP28, buscando precisamente una negociación que lleve a los países con mayor responsabilidad en el calentamiento global se hagan cargo de disminuir el aumento de la temperatura promedio del planeta. Como recomendación personal y a la vista de las 27 COP anteriores, creo que es una buena medida seguir estas negociaciones despojados de la esperanza de un cambio importante.
A estas alturas ya no podemos pensar en frenar la crisis climática ni la subida del nivel de los mares, pero sí tenemos que hacer todo lo posible por adelantarnos a sus efectos y enfrentar las catástrofes con la mayor preparación posible y con la convicción de que la mejor forma de enfrentar la crisis climática es protegiéndonos juntos con un Estado que vele por el bien común, sobre todo en los momentos más difíciles.
Jaime Sáez Quiroz
Diputado Distrito 26
El contenido vertido en las columnas de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor.