Vivir y grabar en Manila Studio

Enzo González (Saga) y Franco Julián (FrankyBoy) son los músicos tras MKatana. El proyecto que mezcla rap y otros estilos, con estética asiática y ñoña entremezcladas, ya es un clásico de la escena osornina. Las primeras grabaciones datan de 2018, cuando Enzo Saga, hasta entonces un autodidacta productor, llevaba varios años grabando a diversos artistas de la zona. Grabar su propio proyecto era un imperativo y una necesidad, pero faltaba dar un salto que tardó algunos años. Manila Studio aún no era una realidad nominal, pero sí de facto.

Tras una tarde de ensayo del caluroso verano de 2019, Enzo, Franco y Liesbeth Gómez, artista conocida como @pelodelobo, decidieron sumergirse en YouTube. Así llegaron a un documental de la productora británica Boiler Room llamado To Live & Die in Manila. En la pieza audiovisual se retrataba la experiencia de músicos y músicas de la capital de Filipinas, Manila con Rodrigo Duterte al mando del país. Duterte es conocido por su sanguinaria «guerra contra las drogas», una política de mano dura contra quien ose a acercarse a aquel mundo. Los asesinatos por parte del Estado y de la misma población estaban a la orden del día en Manila.

«En el documental se abordaba la problemática de los raperos en Filipinas. ¿Qué pasa si yo estoy grabando en mi estudio y el artista con el que estoy grabando está fumando un pito de marihuana? Va a entrar la policía y me van a matar a tiros. Cuando vi esa hueá fue como una epifanía. Había gente que podía ser su último día haciendo música y la siguen haciendo. Es la mejor contraprotesta que podemos hacer. Manila Studio es un lugar donde se hace música. Tienen cortarme las manos, sacarme la lengua para que esta hueá no avance y se muera. Ese fue el momento preciso en que yo decidí ponerle Manila Studio», cuenta Enzo Saga, el hombre tras el estudio.

Desde la pieza

Enzo (33) llegó a Osorno justo el año 2000 proveniente desde Curicó junto a su familia. La música comenzó a tener una importancia real en su vida muy prontamente. De hecho, recuerda que a eso de los quince o dieciséis años comenzó a grabar sus propias producciones en el computador de su casa. «Siempre me ha gustado yo grabar mis cosas, hacer mis pistas, estar metido en la producción. Así fue pasando la vida, siempre produciendo, haciendo mis beats. Tenía un proyecto que se llamaba Ghetto Sound, hacíamos rap dancehall con un amigo, el Mora», revela.

En dicha época, Enzo ya grababa con un poco más de conocimientos adquiridos a ensayo y error, sin tutoriales de internet. «Hacíamos los clásicos discos que tú grababas en tu pieza, un compilado de veinte temas. Ponías los numeritos, los nombres y tu carátula hecha en el programa más online y gratis que existía en ese momento», rememora. Luego vino la era de Thich Quang Funk (TQF). Un Enzo veinteañero participaba de las grabaciones y producción de la banda, además de cantar en ella. En paralelo, Enzo grababa y producía a sus colegas de Osorno, en un atisbo de lo que sería Manila Studio.

A estas alturas, la lista de artistas que han pasado por Manila Studio sumas varias decenas. Según los cálculos de Enzo, en los últimos tres o cuatro años, unas cien canciones fueron grabadas en su estudio. Hay algunos artistas que sólo fueron una vez a grabar, otras personas que se dieron un gusto y también están los proyectos musicales estables. MKatana, Trippzy, La HermanRap, Auyen Lovas, Fyah Attack, B Jotha, JP Cress, Jerarkía Saturá, Solario, VCR y KabroMago son artistas frecuentes en el ‘dojo’. Obiamente hay muchos más, pero no caben en un solo párrafo. Incluso, prontamente, viene un nuevo compilado MUDO que se está cocinando en Manila Studio.

Dejarlo todo

Hubo un día en la vida de Enzo en que todo cambió. Con la disciplina autodidacta desde su novel adolescencia para aprender a grabar, producir, masterizar y todo lo que implica hacer de la música algo imperecedero, Enzo Saga tenía claridad de una sola cosa: la música era y es su pasión. Sin embargo, estuvo a un par de trámites de ser profesor de inglés. Corría la pandemia y, tras aprobar todos los ramos de la carrera y egresar, debía ir a defender su tesis para convertirse en pedagogo.

«Estaba siendo una situación muy estresante para mí, no lo estaba pasando bien. Entonces, un día cualquiera me levanté y lo estaba pasando súper mal. Tenía crisis nerviosa, crisis de pánico, por diversos motivos. Dije, ‘no pos, hueón, yo no soy material de los hueones. No pasa nada. No puedo estar haciendo una hueá toda la vida que me mantenga enojado, hueón, triste. Si tengo que trabajar hasta viejo, hacer algo todos los putos días de mi vida, por último que sea algo que me guste», narra. Así, envió dos correos ese día, uno a la universidad y otro al colegio donde hacía su práctica. Había dejado la carrera.

Contarle a su familia la decisión recién tomada fue undesafío. «Me hicieron la guerra, me preguntaban que qué estaba haciendo. Lo primero que van a creer es que tú vas a dejar de hacer algo para no hacer nada, que vas a tirarte las hueas. Me comí todos esos comentarios, porque es lógico que tu familia te diga eso. Ante eso, como siempre hice música, mis producciones, tenía un colchoncito de lucas guardado. Seguí trabajando y revisando foros de producción vi que estaba la carrera de producción musical online en España», expone. Tuvo que atreverse. Y lo hizo.

Formalizar

Durante casi dos años, apenas llegaba la hora de tomar once, Enzo, que vivía con su mamá en esa época, se conectaba al notebook con sus audífonos. Nadie en su casa sabía que estaba haciendo. «Estudié callado como un año y tanto. Después de dos años llega el camión de FedEx y justo estaba mi vieja en la casa. Mi mamá al toque diciéndome ‘¿en qué andas metido, hueón?’ Yo le dije que abra la caja y ahí venía mi título, mi diploma. Aprobado con honores, así, productor musical. Como por quince años lo hice autodidacta, independiente. Después lo estudié», manifiesta orgullo el productor musical con todas sus letras.

«Había que hacerlo, yo quería ser productor musical. Manila Studio está registrado y formalizado como empresa. Manila es real, dejó de ser solo un perfil de Instagram y un lugar físico donde pudieras grabar. Es una empresa conformada», añade. Hasta hace pocas semanas, Manila Studio funcionó durante cerca de dos años en el departamento de Trippzy. Allí se unieron y conformaron Manila Company, aprovechando que el cantante es creador audiovisual. Trabajaban colaborativamente, aunque, dice, es un ciclo finalizado en aquel lugar.

«Yo siento que uno cumple ciclos en ciertos lugares. Por eso, en primer lugar, cuando empezó Manila, yo grababa donde Franco, en Baquedano. Eso era muchos años antes de ser Manila Studio de manera formal. Después me fui a donde el Trippzy y ahora me estoy trayendo las cosas a Rahue Alto. En marzo o abril voy a formalizarlo acá, lo voy a concretar físicamente y me lo traigo para acá, para mi casa. Estoy empezando las construcciones de una cabina y set de estudio de grabación acá», comenta. Por ahora, antes de trasladarse a su nuevas dependencias, Manila funciona en Baquedano.

Lo mejor y lo peor

Entre tantas jornadas de grabación, trabajo como agrupación (Enzo es parte de MUDO desde sus inicios) y sus propios proyectos musicales, Manila Studio se configura como un aporte a la escena local. «La mejor parte de esto es realmente poder aportar mis conocimientos a las grandes ideas creativas. Son las ideas que traen las y los chiquillos. En ese momento te das cuenta que sí sirve haber estudiado, tener todo este bagaje. Siempre trato de sugerir cosas a los temas, porque como productor quiero sacar la mejor versión del tema que tú traes en tu cabeza», explica. Es como le hubiese gustado trabajar cuando empezaba, dice, con confianza y entregando conocimiento.

Por otro lado, afirma, lo que más le molesta y cansa es «que se mal ocupen las sesiones agendadas. Si me dicen que vamos a grabar el jueves y llegas el jueves a escribir tus letras, no. Dime, oye, juntémonos en tu estudio que quiero escribir y nos quedamos 10 horas escribiendo. Pero no me digas que vamos a grabar o  que te espere un ratito porque tienes que aprenderte la letra. Es lo que yo exijo, es la profesión, porque si tú estás contratando un sonido profesional, como artista también tienes que ser profesional. Tienes que ir preparado al estudio», confiesa. Aunque aclara que es lo único que puede llegar a molestarle.

Y es que el objetivo que tiene Enzo Saga en Manila Studio es que «no se sienta una diferencia entre el tema de Bruno Mars, de Snoop Dogg con el de VCR. Yo me esmero en ser profesional en ese sentido, no en que voy a llegar de corbata y un maletín. Eso es muy alejado de la profesionalidad que yo quiero darle a la música. Yo quiero competir de tú a tú. Quiero que suene realmente con la dignidad que debe sonar una canción bien producida».

Que suenen las ideas

Manila Studio no es sólo un estudio de grabación musical. «La invitación (a acudir a Manila Studio) está abierta para toda la gente que quiera crear contenido audible. No necesariamente que sea música. Hemos logrado grabar voces para aplicaciones de internet, para traductores de mapuzungún a español. Voces en off para juegos,cosas así. Manila es un estudio de grabación, no es un estudio de música urbana o de rap», aclara el productor.

«No hay segregación de estilos hermanos. La música es música. Las ideas todas se concretan. Y por ahora nos pueden encontrar en las redes sociales como @Manilagakure. Todos son bienvenidos, Manila Studio es un lugar de confianza, un lugar de conversación  donde las ideas fluyen. Desde Manila al internet y al infinito», cierra.

Ni Duterte puede contra Manila.