Fidel Senador, ese de Puerto Montt

Pablo Vargas

Existiendo abundante información entregada por CIPER, Fidel Espinoza, senador socialista, no pasó la prueba de la blancura. Ingresa al listado de servidores públicos corruptos sentados en las cómodas poltronas senatoriales financiadas con dinero de todos los chilenos.

El padre del senador Fidel Espinoza, era diputado del partido socialista y fue fusilado en octubre de 1973.

Los antecedentes que ha conocido la opinión pública sobre el origen de los terrenos obtenidos por su padre Luis Espinoza, luego de haber formado parte de una “toma de terrenos” junto a pobladores sin casa, es de 109 hectáreas. El resto de pobladores sólo alcanzaron a construir sus casas con un patio pequeño. En esos años el terreno era rural y con el tiempo pasó a ser urbano, convirtiéndolo en un negocio con una tasación fiscal de $30.000.

Dos pueblos y algunos más.

“No hay gobierno en la historia post recuperación de la democracia que este, el que encabeza el Frente Amplio. Es cierto, no volverán a gobernar ni en cincuenta años (si aún existen), pero el daño que han dejado en su camino lleno de soberbia, superioridad moral, falsa probidad, es simplemente incalculable” Fidel Espinoza. Militante y senador del PS.

Esa mirada del Frente Amplio podría perfectamente instalarlo como su voto fue para Kast. Las destempladas declaraciones del senador Espinoza dejaron instalada una visión estrecha, precaria y sesgada, digna de un mal estudiante en clases de historia. Arranca para el lugar equivocado.

El actual presidente Gabriel fue elegido en votación popular, libre, secreta e informada. No hubo “acarreo”, esa vieja práctica tan utilizada en la región de Los Lagos, zona del senador Espinoza. Trabajó sin “operadores políticos” como sucede en el distrito de Fidel, ese de Puerto Montt. El Frente Amplio y una inmensa mayoría democrática le ganaron a la extrema derecha de Kast negacionista.

El enconado enojo del senador lo llevó a denostar a CIPER, medio periodístico de investigación manifestando que desde ese lugar se levantan columnas de humo para perseguir sus denuncias de corrupción. Fidel Espinoza guardó silencio absoluto cuando el país se enteró que el alcalde de San Ramón, militante de su partido, estaba vinculado al narcotráfico y que gobernaban pistola al cinto.

En el caso democracia viva, sus responsables fueron separados de forma inmediata de sus militancias, acusados y llevados a prisión. El senador aprovechó haciendo uso y abuso de un delito para obtener dividendos políticos y vestirse de santo inquisidor. Esa sería una de las razones por las que se siente acosado.

Fidel Espinoza, supuestamente en su condición de persecutor para fraudes y corruptela, se olvide del alcalde socialista de Rancagua que será formalizado por fraude al fisco, malversación de caudales públicos, cohecho y lavados de activos. Siempre dará más frutos ver la paja en el ojo ajeno. Dirá que ya no es PS, pero cuando cometía los delitos si era militante socialista.

Ver al senador Espinoza en mitad de la plaza pública denunciando ser agredido por una bandada de jóvenes, sencillamente es volver a leer y encontrar la razón en aquel notable Lira Massi cuando describía como funcionaba la cueva del senado.

Dolió la denuncia de CIPER que dejó de manifiesto la incestuosa relación de empresarios inmobiliarios con el inmaculado senador Espinoza, quien se encargada de “apalancarlos” para obtener pingues ganancias a costa de la necesidad urgente para una crisis habitacional que se arrastra por decenios. Extraño resulta que desde sus tiempos de diputado y ahora senador haya recalado justamente en comisiones de vivienda. En este caso la sospecha existe.

Este gobierno llega con la profunda crisis post pandemia, la pobre herencia de Piñera, un mundo conflictuado en guerras que inevitablemente maltratan a tantos países en el mundo. Infantilismo lo constituye decir que ha existido debilidad en el envío de proyectos al parlamento. Espinoza no conoce a sus compañeros de curso y que el senado está empatado. Lo correcto sería que le pidiera explicaciones o clases al PPD por haber llegado tarde para obtener la testera senatorial.

Lo canallesco es hacer política y negocio con las necesidades de los que no tienen casa como lo practica el senador entre el empresario Martabid y Claudio Flores, primo del senador, su hermano Ramón Espinoza, ex alcalde de Fresia y hoy asesor del gobernador de los Lagos, Patricio Vallespín.

El senador Fidel Espinoza, ese de Puerto Montt, no pasó la prueba de la blancura.

Sin lugar a dudas, el tema de la seguridad pública es una realidad lacerante, pero el actual gobierno hace notables esfuerzos para combatir la violencia y el crimen organizado. Esas lacras no se instalaron hace dos años en un día de marzo. El senador debe conocer los aportes en recursos para materias de seguridad en las policías. Eso debería conocerlo el senador, es de dominio público. Aquí se pega al discurso de la derecha.

Este gobierno quedará en deuda con algunas promesas que no fueron cumplidas. Y no será por falta de voluntad, será sencillamente porque la derecha, esa que alaga y aplaude al senador Espinoza, impide una reforma tributaria necesaria e indispensable para cumplir con el programa.

El que CIPER haya desnudado en la calle al senador es la mejor muestra de la existencia de un periodismo de investigación serio. La libertad de prensa y el derecho a ser correctamente informado es un pilar determinante para el sistema democrático. Habría que preguntarse en qué periodo concertacionista se cerró la revista Análisis, Cauce, La Nación, La Época, Apsi. La corta memoria de Espinoza.

Suenan tan parecidos los textos del senador Espinoza con los de la senadora Rincón, algo así como que caminan juntos por la misma vereda, una que toma palco y el otro como mercader habitacional. Olvida Fidel, ese de Puerto Montt, que luego que el Frente Amplio ganara las elecciones andaba con un papelito en la mano pidiendo puestos en el aparato público para sus amigos, y hasta logró que la delegada presidencial de Osorno fuera parte de su staff.

Pablo Varas, columnista

Pablo Vargas
Profesor de Historia y Escritor
Columnista de El Sureño

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