[Crítica literaria] ‘Atusparia’ de Gabriela Wiener: distopías y utopías en naufragio. Por Pepa Durán

“Yo nací en los ochentas: para mí, salvo el poder todo es ilusión”, escribe Gabriela Wiener en Atusparia, la última novela de esta alucinante escritora peruana.

Y cuando escribe esto refiere la trama que envuelve a su país, a América Latina y al mundo en su atemporalidad, porque es fácil encajar esa consigna en el devenir actual, en esa inmutabilidad que transita el relato de la misma manera que lo recorre su fugacidad y anacronía.

Con Atusparia, Wiener demuestra por qué es una de las mejores escritoras hispanoamericanas contemporáneas. Quienes la seguimos hemos visto esa autoficción que la conduce y Atusparia es puro dinamismo y desplazamiento creativo, un salto increíble que abandona en parte el yo y revela la riqueza de su diversidad textual, los distintos lugares desde donde es posible hablar, los procesos constructivos del ejercicio escritural y las ilimitadas posibilidades de lo subjetivo. 

Merece estar en la lista de los mejores del 2024.

Atusparia es una buena recensión poética de la historia de Perú, de sus guerras internas, de todos los experimentos sociales y políticos posibles, de la periferia de la Guerra Fría, del ensayo marxista aplicado en la América Latina capitalista, del terrorismo de Estado, de la caída del Muro, del fin del comunismo, del comienzo de las dictaduras, de la pobreza peruana –y por ende latinoamericana–, de la instrumentalización de los sistemas de justicia, de la resistencia, la coyuntura y en fin. Pero además es un relato sobre eso otro que transita por el precipicio de la rebelión: el amor y los sueños, y cómo la utopía y la fantasía te pueden acribillar el alma. Y es incluso una novela doblemente romántica, porque si hay que ser amado hay que ser traicionado y no sólo por lo corpóreo o lo espiritual, por los ideales, por la izquierda también. 

Muchas cosas

Y el nombre Atusparia es muchas cosas. 

Atusparia es muchas voces. 

Atusparia es muchas capas.

Atusparia es un líder de la resistencia indígena peruana del siglo XIX. 

Atusparia es un delirante colegio peruano-ruso-comunista que sobrevive apenas a la dualidad de las luchas humanas. 

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Atusparia es una forma de autonombrarse: autora, narradora y personajes en una rasante polifónica donde todos y todas hablan; una complejidad de voces que interactúan bajo un tupido tejido textual. Atusparia es esa mujer donde se concibe el futuro, moldeada en la lumbre de la revolución y en una lisérgica juventud fatal, candidata del pueblo a la presidencia víctima de lawfare, detenida política en una cárcel de alta seguridad en medio de la selva amazónica; una especie de distopía con la que Wiener se deleita en esta armonía léxica, que refleja cómo los dispositivos de poder aplastan cualquier vibración emancipadora, más todavía gracias al propio naufragio de las utopías en el repantigueo de las revoluciones.

Provocación

Y es que Wiener tiene un modo de circular por la historia de su país y una forma de entrarle a los desvaríos de la revolución que deslumbra, se figura dentro del texto en tantas dimensiones que consigue cohabitar ese espacio íntimo inherente al lector. Muere como autora y revive en lo leíble, y luego adquiere una multiplicidad de voces que nutren la narración tan acabadamente que resulta soberbia. Y no sólo en la escritura consciente y orgánica, también en el sarcasmo fino y disimulado que es la ironía, la tragicomedia, la exageración, la realidad. Wiener entretiene, es espesa, arbitraria y transmisiva, te cuenta cosas entre susurros y gritos, entre complacencia y dolor. Bajo la superficie de la palabra poética sitúa además la utilitaria, en ese crepitar de las omisiones que lees en los pliegues del relato, en los matices de lo escrito. 

Atusparia es una novela llena de estrategias discursivas de provocación y colocación; es fragmento y fusión. Nos narra a todos y todas, te oyes en los ecos que el lenguaje regala y te dibujas en el horizonte de lo no conseguido. Con nostalgia y humor Wiener escarba y remueve la desesperanza, pero nos obsequia una hermosa clarividencia, como esa que nos ofrendó Marx: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio”.

No se pierdan a Gabriela Wiener. Con ella leer deviene placer.

 

Por Pepa Durán, de @aqui.se.lee

Magíster en Lengua y Literatura Hispánica, Universidad de Valencia.

Magíster en Educación, Universidad Católica de Chile.