Historiadora Karen Alfaro por los setenta y seis años del voto femenino en Chile: «se ve como una concesión de González Videla, pero es una conquista de los movimientos de mujeres»
El 14 de enero de 1949 fue una fecha clave para la democracia del país cuando, después de una lucha de décadas, se publicó en el Diario Oficial la Ley 9.292 que permite el voto femenino. Esta modificación a la Ley General Sobre Inscripciones Electorales abrió paso a que las mujeres pudieran votar en todas las elecciones. Sin embargo, no fue hasta 1952 que ejercieron su derecho en elecciones presidenciales y parlamentarias. La Doctora en Historia Social y Políticas Contemporáneas y académica de la Universidad Austral, Karen Alfaro, explica cómo este debate se venía dando desde fines del siglo XIX en el sur de Chile, la actual brecha de género en los cargos públicos de la macrozona sur y el rol de las mujeres en la política actual.
Contexto regional del movimiento feminista en los años 30 y 40
Desde fines del siglo XIX los movimientos feministas lucharon en un proceso de conquista de derechos, entre ellos, el sufragio femenino. En el debate participaron importantes agrupaciones como los comités locales del Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres (MEMCH). En el sur de Chile, el perfil de estos movimientos fue principalmente obrero. Las trabajadoras de las industrias fueron parte de la articulación nacional feminista que levantó la voz para exigir los derechos de las mujeres. Para la doctora Alfaro es importante recalcar estos levantamientos: “Muchas veces he visto la promulgación de la ley como una concesión del presidente Gabriel González Videla, pero en realidad es una conquista de los movimientos de mujeres”.
Alfaro explica que las movilizaciones que se desarrollaban durante ese periodo eran parte de un programa de búsqueda de democratización en el país. Dentro de este, el sufragio era un requisito para lograr otras conquistas. En paralelo, los movimientos feministas de la zona se levantaban por otras demandas. Habían desarrollado importantes avances en materia de educación de la mujer, conformando escuelas nocturnas o distintas instancias para disminuir el analfabetismo en el territorio. En esa época, para sufragar las personas debían ser mayores de veintiún años y estar alfabetizadas. También luchaban por la conciliación trabajo-cuidados, abriendo la posibilidad a quienes eran madres de trabajar en igualdad de condiciones salariales o de trabajo que los hombres.
Participación política de las mujeres en la actualidad
“Yo creo que existe una problemática al interior de los partidos políticos. A pesar de las leyes de cuota o de participación, las mujeres no han logrado una autonomía política que les permita elevar liderazgo”, dice la doctora sobre el bajo porcentaje de mujeres en cargos representativos en la región de Los Lagos, agregando que sólo recientemente en las alcaldías los liderazgos se han visibilizado con mayor fuerza. Si bien en cargos de elección popular la representación de mujeres es baja, en otros ámbitos políticos el sur destaca.
Alfaro recuerda por ejemplo la relevancia de las estudiantes del sur en el Mayo Feminista de 2018. Allí, fueron grupos estudiantiles de mujeres sureñas quienes iniciaron el movimiento que luego se ampliaría a Santiago y el resto del país. Karen Alfaro recalca la participación de mujeres en movimientos territoriales, como la resistencia mapuche y de organizaciones sociales en poblaciones. “Estas han jugado un rol fundamental en los territorios. Ahora mismo, el caso de Julia Chuñil y su desaparición da cuenta del rol que cumplen las mujeres en la defensa de los territorios contra grandes empresas y contra el capital. Muchas veces, eso es invisibilizado por los medios de comunicación”.
Poder y autoridad desde otras lógicas
Existen otras formas de hacer política, que no necesariamente tienen que ver con la participación en representación electoral. Para la académica, muchas mujeres deciden no ingresar a la política por las propias condiciones del sistema electoral. Es por eso que Karen Alfaro cree importante abrir paso a las mujeres, sobre todo, en cargos tradicionalmente ocupados por hombres. “Yo creo que ha sido fundamental el desarrollo y la visibilidad de mujeres en cargos que tradicionalmente eran masculinos. Por ejemplo, el caso de la Ministra del Trabajo o la Ministra de Ciencia, son figuras que permiten representar el poder la política desde otros lenguajes, desde otras prioridades”.
Para Alfaro estos avances son significativos para las futuras generaciones, que las niñas vean a figuras en cargos de autoridad renueva la concepción tradicional de los roles de género en la política. Y agrega que cuando las mujeres se suman a cargos de poder lo ejercen desde otro lugar, con otras preocupaciones y otras miradas.
Por Almendra Redlich