[Opinión] Osorno, ciudad (de) parque(s) (abandonados). Por Gabriel Carrillo Pérez

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El lunes 21 de abril de 2025 nos trajo la visita del alcalde de la ciudad, Jaime Bertin, al Puente Colgante, estructura que une los sectores de Rahue Bajo con Ovejería. Este punto en la ciudad es lugar de tránsito peatonal obligado para quienes quieren disfrutar de las atracciones de los parques Bellavista y Alberto Hott de Ovejería, el cual fue recientemente re-inaugurado luego de los trabajos de remodelación efectuados durante el período estival pasado. La inspección realizada por la autoridad, en conjunto con su equipo de trabajo, fue publicitada por la cuenta de Instagram del municipio, y da cuenta de la intención de replicar la restauración con el viaducto del sector de Cancura. Esta iniciativa se produce dado a la aparente funcionalidad que trajo la remodelación a un lugar que venía con un alto grado de deterioro luego de su anterior refacción, llevada a cabo el año 2012, mismo año en que se construyó el parque actual. Son ya 13 años en los que el Parque Bellavista y el Parque Alberto Hott han estado en un progresivo abandono, en los cuales las administraciones de estos períodos no han tomado la importancia que se merece uno de los lugares con mayor atractivo y potencial de la ciudad.

En una medición realizada por el Sistema de Indicadores y Estándares de Desarrollo Urbano del Instituto Nacional de Estadísticas, en su última data emanada en 2018, se señala que la comuna de Osorno cuenta con 15,37 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, ubicándose en el primer lugar entre comunas excluyendo al Gran Santiago, Gran Valparaíso y Gran Concepción. Y los osorninos podemos reafirmar esto sólo haciendo un recorrido de todos los parques que existen en nuestra ciudad. El Parque Chuyaca, centro de -hasta el pasado verano- las mayores actividades artístico-culturales masivas de la ciudad; el recientemente inaugurado Parque Hott que -aunque a la fuerza y sin terminar- pudo abrir sus puertas luego de constantes retrasos en su visado de funcionamiento; el Parque Chauracawín, otro parque abandonado por la municipalidad, y que ahora se reactiva por la intención de trasladar las actividades del verano a este lugar, el Parque Cuarto Centenario, el cual -en conjunto con el Chuyaca- goza de la mayor presencia municipal en su mantenimiento, y finalmente del que quiero enfocar estas líneas, el Parque Bellavista y Ovejería, cuyo abandono se muestra en las situaciones a ser relatadas en los párrafos siguientes.

Como muchos rahuinos, ovejerianos, y osorninos, visito a diario el Parque Bellavista. En este, salgo a caminar con mi esposa y mi perrita, ya que el lugar es perfecto para recorrer a pie, disfrutando de sus árboles, caminos, y la belleza de nuestro Río Rahue. Y así mismo lo hacen tantos vecinos de la ciudad, quienes aprovechan todas las instalaciones con las que este cuenta. Cuando se inauguró por el 2012, todos nos maravillamos de lo que pudimos conocer, y con el tiempo disfrutar. Está bordeando una costanera que se conecta por un puente colgante. A ambos lados del río lo atraviesa un camino peatonal y una ciclovía, los cuales descansan en el suelo, rodeando árboles sin dañarlos. Cuenta con múltiples máquinas de ejercicio y juegos infantiles, una decena de mesas para comer, bancas para sentarse a lo largo de toda la costanera que conecta con el puente San Pablo en ambos extremos, y un pequeño anfiteatro techado, que es usado por diferentes entidades, incluso en el que se realizan festivales de música. También, el parque se une al estadio Alberto Allaire, el que tiene en su tribuna la visibilidad del lado opuesto, en el Parque Ovejería. Finalmente, desde el estadio se puede acceder a una extensa ribera llena de árboles y una playa de río.

La mezcla de maravillas naturales de nuestra zona sur en conjunto con la intervención humana casi paisajística llevada a cabo por la municipalidad hace trece años -descrita en el párrafo anterior-, está viviendo una lenta agonía por el abandono de quienes deben mantenerla: la Ilustre Municipalidad de Osorno. Quienes habitamos en los alrededores somos testigos de cómo en los últimos años la presencia de la municipalidad no existe. Con un simple recorrido -solo un poco más acabado que el realizado por el alcalde- se puede verificar los problemas de falta de basureros, donde muchos han sido arrancados desde su base, o simplemente mutilados en sus pilares, lo que produce una proliferación de basura en todo el parque. Desechos que, no debemos pasar por alto, provienen en su gran mayoría de visitantes que asisten al parque a consumir alcohol en grandes cantidades -verificables por las innumerables botellas de vidrio que se pueden encontrar en una simple caminata- producto de la nula vigilancia que existe en este sector. Y es en este punto en el que quiero profundizar porque uno de los problemas más grandes que se dan en el Parque Bellavista es la gran libertad que tienen ciertos grupos de personas para ocupar espacios públicos en acciones que contravienen el carácter familiar de este lugar. 

Día a día, y por cierto noche, se reúnen varios grupos de personas en distintos sectores del parque para consumir alcohol y drogas, esto a la vista de los pocos vigilantes que resguardan la seguridad de este lugar. Cada noche, lugares como el anfiteatro techado, o la ribera del Río Rahue son escenarios del desborde de personas que se congregan a consumir, principalmente, alcohol, el cual deja peligrosos residuos, como botellas que terminan quebradas, transformándose en un peligro para las personas, niños y mascotas, que transitan por el sector. Al no existir vigilancia -y si la existe, no tienen mayor presencia (y es entendible por el riesgo al que están expuestos)- se da el espacio para que el consumo irresponsable prolifere. Y sumado a la no existencia de basureros, los desperdicios que arruinan el paisaje son vestigios de la poca consciencia de quienes ocupan un espacio público de manera poco empática. Cada mañana es posible evidenciar estas acciones, con todos los rincones del parque desbordados de basura, en su mayoría botellas, de quienes no pueden y no quieren contribuir con la limpieza de un lugar que es público y que es de uso de todos. 

La falta de conciencia sobre la limpieza de un lugar público se suma a la falta de basureros en los que poder botar los desechos, lo que convierte a esta situación en lo que encontramos en la actualidad: un parque sucio y peligroso, que no puede ser disfrutado como se podría.

La seguridad es un punto vital, y que tampoco se está tomando en cuenta en el parque. Existen tres factores principales sobre este tema que merecen atención: luminarias defectuosas, personas en situación de calle habitando en el parque y la falta de personal de seguridad que vele por la vigilancia.

Sobre el primer punto, desde hace varios años se ha estado tratando de informar a la municipalidad del robo de cables de los postes, lo que ha generado zonas oscuras en muchos sectores del parque. Esto genera una sensación de inseguridad enorme en quienes transitan en esta zona, y más aún cuando el horario de invierno reduce las horas de luz. Es importante que la municipalidad pueda tener un cuerpo de profesionales de forma permanente en atención a la iluminación de áreas públicas ya que la oscuridad es un terreno fértil para la proliferación de actos delictivos, más en lugares de alto tránsito.

 

 

 

 

En cuanto al segundo punto, se ha podido evidenciar la pernoctación de un grupo de personas, quienes utilizan el costado del estadio como refugio, incluso manteniendo sus pertenencias en la zona, presumiblemente con el permiso de quienes están a cargo del estadio. Ha sido posible verificar la presencia de brigadas municipales quienes han asistido a este sector para alimentar a estas personas en situación de calle, lo cual es un acto valorable humanamente hablando. Sin embargo, no deja de ser una solución parche al problema de la indigencia, más cuando este grupo de personas acostumbra a realizar acciones que atentan contra el cuidado del parque y la libre y segura asistencia, debido a que se producen acciones como riñas entre ellos, y también a la mantención de un grupo de perros ferales y territoriales, transformándose en un peligro para quienes transitan por el sector, especialmente a aquellos quienes transitamos con mascotas. Es necesario que se les pueda dirigir a un lugar digno en el cual pernoctar de manera segura, pero que no sean lugares de uso público como el parque.

Y finalmente, sobre el personal de vigilancia, si bien se ha podido observar que existen personas encargadas de esta acción, es posible que no sean suficientes, especialmente en las noches que es donde se producen la mayor cantidad de incivilidades, como consumo de alcohol y drogas, ruidos molestos y la emisión de residuos, que en su mayoría son botellas de vidrio. El parque necesita de personas que estén constantemente vigilando, y si no, que se instalen cámaras que haga sentir a los vecinos una sensación de seguridad. De que se está haciendo algo por un lugar que es uno de los más bellos de Osorno.

El Parque Bellavista y Ovejería es un punto que tiene un potencial enorme si se considera dentro de los proyectos del municipio, pero necesitamos presencia del Estado. Necesitamos que no solo Carabineros asista cuando se les llame. Necesitamos que la municipalidad esté presente, que se establezcan planes de trabajo mancomunado entre los actores: la misma municipalidad, Carabineros y los vecinos. Somos nosotros los que conocemos nuestro parque y lo que necesitamos para hacerlo un punto de reunión y visita. El Parque Bellavista y los vecinos de Rahue no somos un medio para lograr el fin de ganar una elección. Somos quienes vivimos día a día las consecuencias del abandono, y necesitamos un rescate.