¿Derrota de la izquierda? o ¿crisis de la democracia?
En tiempos de crisis, las ideas nacionalistas y protofascistas surgen como alternativas a los proyectos de sociedad derrotados por los tiempos que corren. En el último tiempo, pos plebiscito, muchos comentarios y opiniones derrotistas hacen pensar que la idea de avanzar hacia una sociedad más justas y democrática fue aplastada por la abismante votación del rechazo.
Sin embargo, cuando gana el rechazo no pierde la izquierda ni el proyecto socialista, pierde fuerza la democracia, así tal como la conocemos. Pierde sin duda el Estado liberal y la democracia liberal vislumbrando y confirmando la crisis del contrato social actual. Así lo confirman los grupos neonazis y las fuerzas patriotas que defienden los ideales más aberrantes del fascismo. Y cuando esto ocurre, así nos enseña la historia, es demostración de una crisis societal que no solo se explica con la derrota o el triunfo en un plebiscito. La derrota, en una democracia, siempre es esperable. Sobre todo, en nuestra democracia.
Una democracia conservadora, protegida por las fuerzas armadas y cubierta por los medios de comunicación que se encuentran concentrados por unas pocas manos oligopólicas con claras líneas editoriales ideologizadas, financiadas y con objetivos políticos y sociales más definidas que la amplitud de la izquierda.
La crisis de la democracia: Pancho Malo, el patriotismo Barrabrava
Nuestra democracia, para bien o para mal esta en agonía. La derecha, en búsqueda de agrupar el sentir de la clases populares descontenta contra un Estado ausente se rebaja a las líneas del patriotismo barrabrava. Pancho Malo se saco la camiseta del Colo, pidió consejos al Pastor Soto, lo vistieron de terno y corbata, le pasaron un megáfono, un par de banderas chilenas y se erigió como el patriota más patriota de los patriotas chilenos. Defensor de su democracia. Capaz de cortar una calle en nombre de la no violencia patriótica, hacer un llamado a defender con palos la causa nacional y no ser llamado violentista.
Por ahí recordaba los 2000, en los tiempos de la movilización estudiantil, para salir en la prensa necesitábamos ser miles en las calles y aún así, cuando lo lográbamos, aparecía la rabia resuelta en el vandalismo para las clases dirigentes. Hoy ese mismo “vandalismo” se institucionaliza por los grupúsculos de fanáticos religiosos de la ultraderecha en pos de la patria.
Cabe recordar que Hitler nunca se tomó el poder por las armas, fue electo y puesto en su púlpito con el clamor popular de una Alemania desgastada, se erigió entre la oscuridad como el fundador de la Alemania potencia mundial.
Hoy, al menos en Chile, y pareciera que en el mundo, están surgiendo nuevamente las ideas fascistas y de ultraderecha. Y cada vez que esto ha pasado, es símbolo que los pactos ya se han roto y que la democracia liberal esta en crisis.
Sin embargo, la izquierda chilena sigue mirándose el ombligo derrotada de sus fuerzas. Buscando culpables. Reordenando el gobierno. Ya no son solo 30 años, serán 40, serán 50.
Gobernanza e izquierda
Ante la crisis institucional, política, social y económica, que sin duda pega más en los sectores más empobrecidos (allá afuera de nuestras fronteras de confort) la izquierda debería preguntarse hacia donde virar. Hoy la gobernanza no es solo un ejercicio del gobierno. La Gobernanza responde al poder. Y el poder como han demostrados estos tiempos, está más allá de la Moneda. ¿Qué hacemos para conquistar el poder? O ¿esa frase es una frase ya antigua de una izquierda derrotada hace décadas?.
Por Sebastián Astete