Todos íbamos a ser Matías, adiós infancia
Por Tomás Manuel Fábrega
Con el retiro de Matías Fernández los colocolinos que vivimos nuestra infancia y primera juventud en los años 2000 despedimos un ciclo. Al mismo tiempo que Matías colgó los botines nosotros experimentamos otro signo del fin de la infancia. Esa parte de nuestra vida no se podía cerrar con el primer beso, ni con la salida del colegio ni con el ingreso al mundo laboral. Así como las leyes no cambian la conducta humana por solo existir, las etapas de la vida no se queman por decreto. Tenía que pasar algo mayor, nuestra niñez tenía que cerrarse simbólicamente.
Hace algunos meses hubo otra señal. Más de alguno de nosotros reflexionó que había llovido, tronado y relampagueado, había pasado un terremoto 2010, un estallido social, una pandemia, pero en el tenis la dupla Roger Federer y Rafael Nadal seguía allí. Pero eso también pasó y Federer colgó la raqueta. Que el “Mati” siguiese ahí, que continuase jugando, para nosotros era como que el tiempo se hubiese detenido en un lugar hermoso y nada realmente hubiese cambiado. Era algo así como que los niños de ahora siguiesen jugando con los tazos y las cartas Mitos y leyendas.
Chile y América entera se enamoraron del calerano, pero los colocolinos lo conocimos desde antes, nos deslumbró en el Mundial de Holanda del 2005 y queríamos que ese chascón que celebraba goles simulando una llamada por teléfono jugase también como titular en Colo-Colo. Lo vimos en la banca y como un tierno error de niños decíamos “¡saquen al Mati!”, porque queríamos que saliera de allí y que entrase a la cancha. Fue tanto el amor por Matías que muchos de nosotros hemos instaurado casi como hobby ver a altas horas de la noche vídeos en Youtube de Fernández y de ese Colo-Colo 2006 que recordamos como una “edad de oro”. Porque nada fue normal con él, no es normal que viviéramos los tiros libres con la expectativa de gol de un penal.
Un verso imborrable de Gabriela Mistral canta “Todas íbamos a ser reinas”. Lo que vivimos los niños colocolinos con Matías se puede parafrasear, todos íbamos a ser Matías, todos íbamos a ser reyes porque íbamos a ser como el 14.
Es cierto que con Fernández aprendimos que podíamos soñar alto y que la magia puede acercarse mucho a la realidad, pero no fue una alucinación nuestra, los números del 2006 lo dicen todo: Jugó 41 partidos, marcó 29 goles e hizo 12 asistencias. Es decir, estadísticamente, es como si en todos los partidos hubiese participado en un gol. Esas aventuras de Matías que fueron maldades en la cancha, que fueron travesuras a la Tom Sawyer porque su propio entrenador, Claudio Bichi Borghi le decía “sólo diviértete” nos marcaron a fuego. Prueba de ello es que han pasado 17 años y no hemos sido capaces de olvidarlo. Quizás es de las pocas cosas que podemos retener con alguna claridad de aquellos años 2005 y 2006.
Para las y los colocolinos el mediapunta fue nuestro Maradona. Nuestra primera despedida con él fue en la final contra Audax Italiano en un Nacional lleno, ahí cantamos “Mati que te vaya bien, Mati que te vaya bien, te lo dedicamos el Colo-Colo y la Garra Blanca que te vio nacer” pero también “Antes fue Maradona, ahora es Mati Fernández, de un equipo chileno ha llegado a lo grande”. En este segundo adiós, en este luto futbolístico a veces tratamos al 14 como si se hubiese muerto, pero sigue aquí y podemos tener la tranquilidad de que seguirá acercando la realidad a la fantasía a través de otros métodos. Solo sucede que nos tocó darle un adiós definitivo a nuestra infancia.