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Marylyn Dolly Bello Bustamante (34) combinó sus dos nombres y una pasión para convertirse en MarylynDollyna. Desde muy pequeña, Marylyn estuvo ligada a la música. A su familia paterna la define como «muy cantora». Originaria del sector de Lago Verde en La Unión, región de Los Ríos, era la familia que animaba las fiestas que se hacían cuando no había radio.

«Había guitarra y acordeón, a cuchara limpia cantando. Viene de pequeña, con mi papá siempre cantábamos cuando yo era chiquitita y hasta el día de hoy cuando nos juntamos cantamos. De hecho, le decían ‘el charro’ en el campo. Entonces, nada que hacer», relata a El Sureño. Bello, quien además es kinesióloga de profesión, sumó una prolongada estancia en la iglesia evangélica.

«Ahí aprendí a tocar la mandolina, hasta los 17 años estuve en la iglesia evangélica. Aprendí y me hice amiga de la mandolina, que se me daba muy bien. Tengo mi nombre es Marilyn Dolly, me gusta la mandolina, por eso soy MarilynDollyna. Nada que hacer», comenta riendo.

La mandolina

Es importante recalcar la conexión que existe entre Marylyn y su instrumento favorito. «Fue como una condición que se dio solita. Por ejemplo, yo tenía una guitarra en casa, pero yo la tocaba como mandolina, porque yo quería tocar mandolina. A pesar de tener una guitarra y que me enseñaran las notas, yo la trinaba como una mandolina, porque me gustaba mucho. Su sonido, su versatilidad», expresa la cantautora.

Cuenta que eso fue «desde siempre». Además, dice que hay algunos motivos que profundizan dicha conexión. «Para algunos tal vez es muy chillona, porque es súper aguda, pero igual que yo, también soy aguda. Es súper importante la mandolina para mí, con mi nombre también. Tiene esa conexión. Mi primera mandolina me la compró mi mamá en cuotas, en muchas cuotas. Así que le tengo mucho cariño a ese instrumento», confiesa.

A medida que crecía, practicaba y aprendía música en la iglesia evangélica, lo que se entremezclaba con su gusto por el folclor chileno. Aprendió a tocar cuecas y otros ritmos de la música del más profundo Chile con la mandolina. «La mandolina se puede adaptar al igual que mi persona en cualquier contexto, en cualquier lugar», declara convencida.

El folclor

Si existe una gran influencia musical para MarylynDollyna, esa es el folclor. «Soy muy mala para escuchar música. Aunque no me lo crean, la gente se sorprende porque yo nunca escucho música en mi trabajo. Mi influencia se ha ido dando creo que en la presencialidad. De participar en talleres de folclor, de escuchar música folclórica, de escuchar a mi familia con canciones mexicanas. Me gusta mucho ir a ver a grupos locales en vivo y el folclor de Violeta Parra, Víctor Jara, música andina, Illapu, Inti Illimani, Quilapayún».

Su familia, con quien se trasladó hasta Constitución, región del Maule, cuando tenía un año y donde se quedó hasta sus diecisiete, siempre reivindicó las raíces campesinas. Sus actividades musicales en la iglesia eran «estar en talleres de folclor prácticamente, entonces me fui por ese lado más folclórico. Al llegar de vuelta al sur (Osorno), ingresé a unos conjuntos folclóricos. Llegué, a los veinte años, a Volcanes del Sur y a Inkawen, donde estuve alrededor de seis años. Ahí aprendí mucho, se mezcló la cultura chilota y la cosmovisión mapuche-huilliche. Eso se vive más acá en el sur y me voló la cabeza».

En ese entonces comenzó a componer sus canciones, aunque la primera de ellas databa de varios años antes, cuando tenía sólo dieciséis años. Esta canción se titula ‘¿Dónde te fuiste, paloma?, ¿Dónde se fue la paz? Hasta el día de hoy forma parte de su repertorio. «Tiene harto contenido social. Igual raro que alguien de iglesia quisiera componer algo bien social, porque se evidencian las desigualdades. Hasta el día de hoy, que la sigo cantando y con las mismas ganas, sigue la misma desigualdad», analiza.

El Festival Campesino

Las ganas de crear canciones y cantar seguía en el espíritu de Marylyn Bello hasta cerca de sus 26 años. En esa época seguía integrando Inkawen, mientras componía en paralelo. Un día decidió que sería buena idea presentar algo de eso al público. «Un día dije; voy a presentar una canción en el Festival Campesino. Por lo demás, cuando llegué ahí y vi esos grupos mapuches cantando con tanta convicción, me encantó. Me voló la cabeza que hablaran en su lengua, con su vestimenta».

Fue entonces que en la versión 48º del tradicional evento, en enero de 2016, presentó el tema ‘Piedra Viva’ en la categoría ‘Cantores Urbanos’. «Qué honor poder estar ahí con solo guitarra y voz ante mucha gente por primera vez. Ese festival es bien concurrido. Y gente linda además, gente de acá, gente de la costa que se preparaba para ese festival. Esa fue mi primera incursión como cantautora, mostrando mis temas y que fueran valorados. Saqué tercer lugar», narra.

Ya retirada del conjunto folclórico, Marylyn Bello volvió a participar en el evento en 2017. Esa vez, su canción ‘Ni plata, ni oro’, obtuvo el tercer lugar en categoría ‘Cantores Campesinos. En 2019 quedó seleccionada entre cinco finalistas de Cantores Urbanos con el tema Pichikeche Williche. Con esos antecedentes, en 2020 fue invitada como jurado en la categoría Cantores Campesinos. Ese mismo año se presentó como invitada con el Colectivo Madre Selva en el festival, mientras que este 2023 lo hizo como MarylynDollyna. «Con el Festival Campesino hay mucho cariño y agradecimiento», sentencia.

 

MarylynDollyna cuarteto.

MarylynDollyna en el 53º Festival Regional Campesino 2023.

El colectivo

Madre Selva es un colectivo de cinco mujeres cantautoras de Osorno. En la agrupación, además de MarylynDollyna, participan Cantauria, Pany Kramm, Mishi y Natalí Nez, con quienes mantiene amistad. Pero, además, Mishi y Pany Kramm forman parte del proyecto MarylynDollyna, que a veces es cuarteto con la celista Priscila, y otras tantas es un trío. Un propio ecosistema de mujeres músicas que colaboran entre ellas.

A Natalí Nez la conoció en el Festival Campesino. «Nos vimos por ahí en la calle, nos reconocimos, y entramos a un coro ciudadano municipal y nos hicimos muy amigas. Empezamos a cantar juntas, y desde ahí empezó y se creó Madre Selva, por ejemplo. Y así, así sigo andando», revela.

«Estoy también en la Orquesta de las Américas, ahora hace poquito, hace un par de meses. Eso me tiene muy motivada para aprender la parte teórica musical, que yo no sé. Y ensayar constantemente, que son tres veces a la semana. Igual es súper enriquecedor para mí. Estoy tocando instrumentos que nunca había tocado. Estoy tocando tiple, requinto y guitarra», comenta la artista.

Aprender

En ese sentido, la escuela musical de Marylyn, había sido la iglesia y sus talleres y lo que aprendió en los conjuntos folclóricos que integró. «Estar en la orquesta y ver partituras y unos ritmos extraños es súper complicado para mí. Es un tremendo aprendizaje. Me siento como aprendiendo a leer, literalmente a leer partituras», reconoce.

Por eso, dice, lo toma como lago para «enriquecer lo que vengo haciendo. Lo que yo hago no es algo tan estudiado, escueliado, es muy de intuición nomás. Y por eso quiero, con esto que estoy aprendiendo en la orquesta, encontrar el otro sentido más teórico. Poder comunicarme con otros y otras músicos más universalmente para poder trabajar mejor. Por ejemplo, estos primeros meses me han enseñado rasgueos mucho más lindos, más efectivos. Yo digo, muchas veces estaba haciendo todo mal, porque es verdad, hay otras formas mejores de ejecutar los instrumentos. Hay notas extrañas que yo las hacía pero no sabía cómo se llaman, sólo porque sonaban bonitos».

Aún así, MarylynDollyna asevera no tener metas ambiciosas «como de lograr la fama mundial. Sí me interesa poder cantar para poner en la palestra temas que no se ponen normalmente. También hacer folclor con una mirada un poco más jovial tal vez, más entretenida, más contestatario. Aprovechar esas melodías. Porque el folclor desde siempre ha sido contestatario. No es para cantar solo a las flores. El hecho de que las mujeres se expresaran como cantoras en los campos ya era un acto revolucionario. Por eso me gusta realzar el poder que tiene esta música».

Las raíces

Según cuenta la cantante radicada en Osorno, sus abuelos eran personas que «hablaban mapuzungún solamente cuando se curaban, porque era mal visto ser mapuche. Mi abuela tenía una contextura claramente mapuche, pero me imagino era de los mapuches que negaron de sus apellidos. Aparte, mi familia es de la zona de la Araucanía, entonces ahí la matanza fue un poquito más agresiva. Había que esconder un poco eso. De hecho mi abuelo es familiar de un cacique».

MarylynDollyna asegura que conocer el Festival Campesino fue un aliciente para recuperar sus raíces. «Cuando fui al festival y vi qué hermoso era, palpité junto con ellos (músicos mapuche). Palpité, me sentí muy cómoda. Algunos amigos mapuche me dicen que yo encorazono con ellos, que tengo virtud, como que conecto con su corazón. Venir de una familia campesina, mapuche, soy morena, mi familia me encanta. Está en lo que yo quiero transmitir, personas humildes que han vivido desigualdad desde siempre. Reencontrarme cuando vine al sur y vi todo esto que estaba pasando acá, fue fabuloso», afirma.

Esto y sus vivencias personales la inspiran para hacer su música, precisa. «Las desigualdades me inspiran harto, darle valor a cosas más sencillas también. Tengo un tema que se llama ‘Dime Quién’, que habla de lo bueno y lo malo. Que no es tan malo tener una parte oscura y otra muy brillante. Eso genera un equilibrio. De hecho, las culturas ancestrales valoran este equilibrio, el yin y el yang. Entonces, nadie puede ser tan bueno y nadie puede ser tan malo. Me gusta ir al choque con cosas que tal vez están muy establecidas, pero que no son tan así».

La música

Marylyn confiesa que cuando más joven tuvo un acercamiento al rap. «Desde niña también me gustaba mucho el rap, fui hiphopera. El rap hace desarrollar harto la palabra», cuenta. Pero también aclara que «me gusta toda la música. Desde la clásica hasta el trap, música urbana. Cuando tiene un contenido interesante. No tengo problemas. Me gustaría incluir rap en algunas de mis canciones. Una tampoco es un solo estilo. En mis canciones tengo un poco de blues, de reggae, de rap. Solo yo lo sé».

Además, su gusto por la música la llevó a aceptar el desafío de integrar la Orquesta de las Américas. «Para mí es un desafío poder aprenderme todo su repertorio tan complejo. Los ritmos, las notas extrañas para mí. Espero ser un aporte. Me gustaría también grabar algunos temas. Tengo temas en YouTube, pero grabados así no más. Quisiera grabar un EP, un par de temas bien hechitos. Tal vez hacer algunos videos», adelanta.

Explica que sería un «sueño» dedicarse sólo a la música. Por ahora no puede. «Por lo exigente que soy conmigo misma, el disco de MarylynDollyna tendría que llevar un trabajo mayor y con tiempo que no tengo. Estoy viendo la mejor opción, porque también implica recursos económicos. Han existido ofrecimientos de lugares para grabar y ahí estoy viendo cuál se concreta», argumenta.

La inclusión

MarylynDollyna puede tocar cualquier día de la semana, pero al siguiente, Marylyn Bello debe estar en la oficina. Como funcionaria de la Oficina de la Discapacidad de Osorno, tiene ciertos proyectos a cargo que los mezcla con su arte. «Tengo un taller de música con personas ciegas. que valoran mi tiempo, lo que yo voy a hacer, mis conocimientos. Y a través de ese proyecto me generan un incentivo económico y ganamos todos. Bueno, y si no tuviera ese dinero, igual trabajaría con ellas, como lo hacía antes. Pero tengo poco tiempo, entonces tengo que organizarme y hago muchas cosas», da cuenta.

Eso la ha ayudado a formar un público inclusivo, según relata. «Mi público me gusta. Gente como yo, dicharachera, bien emocional, bien sensible. Creo que mi público son bastante más como de mi edad. Más adultos. Porque ahora ya los jóvenes son más rock, música urbana. Probablemente hay gente más de mi edad o un poco más, no sé, de 50 años. Como que ese es mi público. Y también tengo un público inclusivo que me encanta. Porque al trabajar acá con la discapacidad, a muchos de mis shows van personas ciegas o con discapacidad», apunta.

Y agrega que le «encanta que ese público se visibilice. Obliga a los lugares en general a las adaptaciones. Como decirle el menú a los chicos de manera verbal, acompañarlos al baño. Cosas que uno no se da cuenta si no lo tienen cerca. Entonces, me gusta poder generar ese espacio de confianza para ellos. Que digan, ya Marylyn, te vamos a ver. Porque al saber que estoy ahí, van a pedirme lo que necesiten. Así ha ido creciendo también. Están los amigos, la familia, el público, gente que a veces uno no sabe. No soy tan popular ni famosa. Pero los pocos que me siguen son gente bacán. Es súper difícil también llegar a masas».

Crear y creer

MarylynDollyna indica que, a veces, su mente le juega una mala pasada. «Siento que tal vez soy una mala copia de otras personas. En realidad no quiero copiar a nadie, pero la gente si me ha dicho, así como Marilyn tú cantas y yo sé que es MarilynDollyna. Yo no me he dado cuenta. Que bacán que se pueda haber logrado eso. Impregnar un sello para la gente», dice sobre el propio reconocimiento.

Y es que, afirma, «yo no sé cómo agarré tanto vuelo. Mi idea era compartir la música, poner temas que no se cantan mucho menos en el folclore tradicional. En ese tiempo era más difícil, porque la primera vez que toqué estaba casi prácticamente solita, no me sentía tan valorada. Ahora valoran que estás haciendo algo que otra persona no podría hacer. Pararse a cantar delante de gente no es fácil. Los ensayos que se requieren, el tiempo, el dinero, son cosas que se tienen que valorar. Yo creo que un gran impulsador de la valoración de la música de autoría han sido locales como el Maluza y la Taberna Pirata también».

«Siempre digo que para crear, hay que creer. Hay que creer en lo que uno está haciendo. Y si te pasan cositas, siempre digo, ahí es. Si tú te sientes emocionado, contento, cositas la guata, emociones ya sean buenas o malas, ahí es. Y si eso no te motiva, no es. No te obligues. Explora las diferentes gamas musicales que hay. Creer y sentirlo desde adentro», dice.

MarylynDollyna está cada vez más cerca, tal vez, de encontrarse con su paloma.

«Encabronao, soy rabia pura, respiro fuego, pierdo cordura», parte rapeando Trippzy en su último lanzamiento, ‘Encabronao’. Se trata del tercer single de su próximo EP titulado ‘Arma Blanca’ que publicará en los próximos meses. Lo antecedieron High, con Maxisplot, y Ando Fre$ko. Trippzy es Cristóbal Rilling (36), cantautor osornino que se erige como uno de los impulsores de la nueva escena musical local.

La letra de ‘Encabronao’ es explícita. Críticas a la sociedad indiferente, a los privilegios de algunas personas de la zona, incluso al purismo del rap. Hay varias razones para sentirse así, según se infiere escuchando a Trippzy y esta última entrega. «Se trata sobre el legítimo derecho es estar enojado, sin caer en prejuicios de ser un pesimista, etc. Creo que lo que más hace falta ahora es manifestar enojo, porque razones hay», manifiesta el músico a El Sureño.

El videoclip de la canción, lanzado el pasado domingo, también forma parte de la narrativa que quiere dar a conocer Trippzy. «Es mucho más personal todavía, es completamente la mirada de lo que quiero mostrar, es bien fidedigna», cuenta el también realizador audiovisual. «Ya teniendo la canción se me hizo mucho más natural hacer la idea y escribir el guión. Tengo muchas ganas de acercarme a esa tendencia estética de hacer cosas más relativas al cine, sobre todo al de terror, que me gusta», añade.

Desde que esto era «pura pampa»

En el videoclip de Encabronao, Trippzy es el protagonista, pero también actúan su propio productor Enzo Saga y los actores y miembros de Puerta Roja, Omar Puente y Javier Tillemann. «Fue un trabajo en conjunto y creo que eso da un muy buen panorama de la ciudad. Todo esto se hace con el mayor profesionalismo posible y sin otro interés que poder representar la ciudad. También que estas canciones tengan sentido para alguien», expresa Rilling. En el fondo, hay un ecosistema artístico y cultural de apoyo y ganas de levantar estos proyectos en Osorno que costó lograr.

El proyecto Trippzy ya lleva más de una década. Empezó buscando un sonido con influencias más ligadas al pop. Sin embargo, el camino e interés musical de Cristóbal nació mucho antes, en épocas escolares. «Cuando era chico me gustaba bailar música pop, entonces después salté como más o menos a estas habilidades vocales. Y ahí me fui como descubriendo, siempre notaba que yo tenía inquietud con otras cosas, nunca me podía identificar con un solo estilo. Creo que eso es lo que marca más o menos lo que estoy haciendo ahora. Ha ido evolucionando», relata.

Su diagnóstico sobre cómo han cambiado las cosas en el ámbito artístico es en primera persona. «Yo sé que la música y el arte, en general, siempre va a ser súper difícil en países donde no se valora su necesidad. Cuando yo decidí comenzar en esto, no había nada, había pura pampa. Y evidentemente que los tiempos han cambiado. Entiendo que la falta de dinero sea un condicionante. Yo recuerdo haber vendido todas mis cosas, haber sido estafado en Santiago, en una época donde había pocas redes sociales. Pasé hartas cosas que son súper difíciles hasta de recordar», se sincera.

Disciplina

Rilling, bien sabe, que comenzar a construir desde cero requiere ganas, empuje y disciplina. «Hoy hay personas que están súper dispuestos a ayudarte si tú te tomas esto en serio. Porque después de las ganas, viene la disciplina. Y uno debe disciplinarse. No queda otra, que lo artístico siempre esté fluyendo. Pero en esta weá también se llora. También se sangra, se sufre. Pero, al final de cuentas, vale muchísimo la pena. Este estilo de vida, ser artista, músico, es algo a lo cual no hay que renunciar», asegura el cantante.

En su caso, el camino musical fue autodidacta. «Creo que tuve muy buenas clases de música en el colegio o por ahí, pero súper autodidacta. Comencé a entender la música como algo que se podía aprender cuando solamente estaba la guitarra y tocaba puras weás. En la calle vais conociendo la música que te gusta y eso te fuerza un poco a que tú seas autodidacta y  descubras lo que quieres perfeccionar. Entonces, desde ahí yo comencé, por ejemplo, a entender mi cuerpo a través de la respiración y así poder cantar, cosas así», confiesa.

«A veces uno ni siquiera tiene ganas de hacer cosas que le gustan, es normal, natural, estamos todos re cansados, pero además de eso, después te queda la disciplina. A mí la música me ha dado eso, la disciplina. Eso me ha permitido poder convalidar cada vez más la pega que hago para ganarme la vida con la música. Estos últimos años me he dedicado más que nada a ser Trippzy, porque estoy tratando de posicionar el nombre y posicionar la música, me siento con más confianza. He tratado de trabajar ordenada y responsablemente, dándole todo el amor y el cariño que se merece», concluye.

Sin purismos

De su madre heredó el gusto por los boleros y las baladas, mientras que su padre legó el sonido del rock. Con sus amigos, cuenta, conoció el Hip Hop. «Es rico tener esta amalgama de estilos. Tú puedes tener un proyecto artístico que se sustente en algo que es ecléctico, que no es solamente una línea. Hoy en día, el purismo se ha ido eliminando un poquitito. Las mismas nuevas generaciones están alimentándose de hartas cosas. Yo empecé con otra realidad, donde no se podía grabar música, no había estudios, no se podía reemplazar las baterías por unos VST», rememora.

Trippzy tuvo un paso de algunos años por la capital, Santiago. Allí, asegura, aprendió sobre la industria y también sobre grabar. Sin embargo, destaca que su proyecto tiene un segundo componente igual de importante que su propia figura. «Siempre, de toda la vida, he trabajado con el mismo productor con el que estoy ahora, el Enzo Saga de MKatana. Entonces ha sido un crecimiento con él y eso permite que yo pueda expresar esta diversidad, porque él conoce mi gusto. Así he tratado de innovar, sobre todo con la que mezcla estos sonidos que son más análogos y mucho más noventeros. Como que por ahí va mi escuela», narra.

Eso sí, siente que que es parte de un movimiento que abarca a muchas más personas que están innovando en la música y las artes en general. «Esta audiencia positiva costó mucho tiempo llevarla, pero también creo que es meritorio de las generaciones que están viniendo. Están súper decididos a expresarse, lo que es una evolución muy positiva, casi paradójica, porque Osorno a través de sus autoridades no anda. Cada vez tenemos peores alcaldes, peores municipios, gira todo en torno a la DC, a la UDI. El hecho de que esto nazca de la calle, a mí me parece que es un avance gigantesco. El arte, finalmente, es algo muy importante en el desarrollo del bienestar», reflexiona.

Arma Blanca

Por ahora, el show de Trippzy incluye temas de sus trabajos anteriores, pero también de los que vendrán. Y es que su próximo EP, Arma Blanca, en el que se incluirán los últimos tres sencillos lanzados, no es lo único que publicará. «En verano voy a sacar otro EP. En vez de hacer un disco de 13 canciones, opté por hacer dos de 7. Lo estoy trabajando. Y en vivo es otra la cosa, porque te ordenas de una forma para distribuir tu single y lanzarlo, y te ordenas de otra forma para poder tocar en vivo. Estoy tratando de experimentar mucho con la propuesta en vivo», afirma sobre sus presentaciones.

‘Encabronao’ fue elegida como single con videoclip porque «es un tema súper orgánico, súper natural. Con el Enzo nos juntamos y yo normalmente tengo cosas planeadas como maquetas y ahí empezamos a trabajar. En esta ocasión fue una experiencia bien chula, porque estábamos compartiendo y comenzamos de cero la pista los dos. Creo que es una de las pocas canciones que hemos hecho absolutamente de cero entre los dos».

La experiencia la califica de «experimental». Más tarde se unió Dj Skrag al trabajo, al igual que en otros temas del EP. «Quisimos adherirle ese factor. Dejamos de poner elementos del hip hop para que suene a algo propio y tratar, sé que es algo bien subjetivo, de hacer algo original. O, al menos, que suene a mí», explica. No se cierra a que sus líricas abarquen otros temas «como historias de amor, por ejemplo. Ojalá que siempre con este tinte medio oscuro. Esa es la forma en la que quiero evolucionar, básicamente. Por eso les quería mostrar estos tres videos a la gente en este periodo antes de lanzar Arma Blanca», se sincera.

Lo nuevo

Un camino de, al menos, más de una década, es también el reflejo de las demás expresiones artísticas de Cristóbal. «Yo igual soy artista audiovisual, me gusta referirme así, porque además de hacerlo por pega, lo hago por desarrollar un estilo, entre otras cosas. Son mecanismos de expresión y lo veo como tal. Yo tengo una productora audiovisual hace ocho años (Polter Producciones) y me dedico harto al videoclip.Todo, desde los videoclips hasta el lanzamiento tienen una estética. Ahí es donde vas aprovechando todas tus otras habilidades. Me gusta pintar, dibujar, la ilustración. Lo mejor de todo es que también tengo compañeros muy talentosos», dice.

Ante ese trabajo, Cristóbal expresa que las nuevas generaciones tienen un atrevimiento mayor que el suyo. «Algo que admiro de las nuevas generaciones, y eso que uno se define como rebelde, es que están mucho más decididos con lo que quieren. Con todos los problemas existenciales que pueden haber en estas nuevas generaciones, lo aprovechan mucho para sacar cosas de calidad. Están aprovechando el que ellos tengan a la mano todas estas herramientas virtuales para sacar su música», recalca.

Y en forma de autocrítica alude a que «muchas veces, nosotros, por hacerle el gusto a personas que no convivían con lo tuyo, retrasamos nuestro proceso. Porque no queríamos hacer cosas de forma impulsiva, vayas tú a saber. Lo tuvimos que ir haciendo en un periodo prolongado. Yo creo que las decisiones de esta juventud rebelde, que se identifica con el tema de la música y la cultura de la calle para su día a día, es algo que siempre voy a admirar. Además del respeto que tienen para escuchar música de antes y proponer sus ideas. Es una generación muy, muy, muy bonita».

La movida

La idea de Cristóbal por estos días es llevar a Trippzy a diferentes lugares, fuera de Osorno, con su música y artes, según cuenta en la conversación. Incluso está pensando en agotar todos los medios disponibles para concretar fechas de presentaciones en Argentina. Algo que sería «bonito» para su carrera, cuenta.

La conversación la realizamos en medio de una tocata en Osorno, donde abrió los fuegos para la presentación del disco de MKatana, junto a otras bandas más. Cristóbal se hizo de un tiempo para concretar la entrevista que veníamos pactando por semanas. Luego tuvo que volver al interior del local porque estaba encargado de fotografiar y grabar el evento.

¿Está buena la movida acá?, pregunto.

«Está bacán», dice sin titubear. En gran parte es gracias a su trabajo y su arte.

La música nunca fue ajena para Violeta Meier (28). Nació y creció en una casa donde la lengua materna se escribe en pentagramas y se lee al ritmo de versos octosílabos. Su madre, Lilia Paredes, es profesora de música y una reconocida folclorista osornina. Su padre, en tanto, es músico aficionado. Era natural que, junto a su hermana mayor, crecieran y exploraran las infinitas posibilidades melódicas.

De hecho, ambas hermanas tocaron juntas en una banda de punk. «Desde chiquita,empecé más que nada con el canto. En la adolescencia empecé a indagar en lo que es la creación. Estuve en varios proyectos en los que hacíamos música, en los que creábamos canciones. Y pasé por hartos episodios, en un proyecto cantaba, por ejemplo, en el otro yo tocaba batería. Después, con mi hermana teníamos una banda de punk en el que ella tocaba guitarra y yo tocaba batería también», cuenta sobre sus inicios.

Y es que el rock en general fue la música que marcó su adolescencia y con la que comenzó a identificarse. Luego entró a estudiar Pedagogía en Música durante tres años y un semestre de canto en la Escuela Moderna de Música. No le gustó ninguna de las carreras y es de la idea de que no es necesario tener un título para ser una profesional de la música. También empezó la experimentación.

Robots Submarinos

Entre sus estudios superiores continuaba con sus proyectos musicales. En esa época tuvo crisis creativas a la hora de escribir las letras de las canciones. «En la adolescencia empecé a crear, pero sólo con guitarra y voz. Y hubo un periodo en que ya no creaba con voz, sino que pura guitarra, porque igual tuve sus rollos por ahí con el tema de la escritura, me sentía poca cosa», se sincera.

Sin embargo, con las ganas de experimentar, tanto en géneros como en labores, a sus veintitrés años, junto al bajista Byron Heckmann, crearon el dúo Robots Submarinos. «Era extraño igual, era como pop progresivo. Cantaba y tocaba teclado. Era como bien experimental ese proyecto, super experimental. Ahí ya me metí más en el tema de la composición y de la producción de lleno», confiesa.

En esa época (2017-2018) no auguraban lo que ocurriría en los siguientes años con estallido social y pandemia incluidos, pero Violeta Meier sabía que estaba sentando bases para su futuro. Aún así, en aquella última etapa de co-creación, empezó a darle forma a su proyecto sin dedicarle todo el tiempo que requería.

El proyecto definitivo

Hasta que en 2020, con los encierros obligados del Covid-19, Violeta Meier comenzó a tomarse más en serio la idea de una carrera como solista. «El proceso  de asumir que soy capaz de producirme, de hacer mi propia música, mi propio proyecto. Tenía el tiempo para hacerlo, estábamos encerradas y mi pandemia fue súper productiva en ese sentido. Me dediqué mucho a la música, fue lo que más hice, carretié súper poco en realidad. Tampoco se podía tocar, pero me enfoque solamente en eso, en crear», precisa al respecto.

Hasta lo cotidiano del encierro era una inspiración para eso. Junto a su sobrino de diez años compuso una canción para la gatita que habita en su casa. «Con mi familia igual tocábamos, así que desarrollé harto ese lado», expone. Fue el comienzo al transitar a un «proyecto definitivo», según sus palabras.

«Es mi proyecto definitivo. Yo creo que una se toma unos años para decidir qué rumbo tomar realmente en la vida. En este proyecto tengo la libertad de hacer el género musical que yo quiera hacer, no me limito en ese sentido. Voy a hacer lo que me nazca, hago la música que sea, el género que sea. Por lo mismo es como mi proyecto definitivo y estoy invirtiendo harta energía, plata y todo en él. Estoy buscando también trabajar el tema de la estética. Creo que es el proyecto más completo en el que he estado. Aparte, como es mío, tengo la libertad obviamente de hacer las cosas como a mí me gustan», sentencia.

Influencias

A la hora de componer, Violeta Meier reconoce la influencia musical de su hogar. «Yo siempre fui súper abierta musicalmente hablando. Me crié con mi mamá, mi papá igual es músico, solo que no se dedica como mi mamá, pero escuchábamos de todo en la casa, de todo. Entonces estaba muy estimulada en ese sentido. Creo que se me ha dado fácil indagar en tanto de género porque crecí muy enriquecida musicalmente», plantea la artista.

Últimamente se está acercando a distintas ramas del género urbano, mezclado con el pop. «Honestamente, influencias, por ejemplo, del género urbano me cuesta, porque vengo de otra escuela. Por ejemplo, una clara influencia es Paramore, pero yo no estoy haciendo música como Paramore. Lo que hago es tomar ciertos recursos como de los últimos discos que son más poperos, por ejemplo. O la Hayley Williams (vocalista de Paramore), su proyecto solista que ella tiene, he tomado de repente recursos de ahí», cuenta.

Destaca entre sus principales influencias a músicos y músicas de Argentina. «Hay una niña que se llama Ángela Torres, que es de Argentina. Me he influenciado harto por los músicos argentinos en este proyecto solista. La forma de escribir me gusta. Escucho como un urbano más under de Argentina. En el under hay más variedad de cosas, siento que conecto más con eso, pero no es porque sea under. Es porque de verdad las cosas están bien hechas e igual me gustaría que lleguen a ser más masivos. Me dedico harto a investigar y a buscar música, por eso llego a esas artistas menos conocidos», dice.

Ser mujer

Actualmente, Violeta Meier está trabajando mezcla y materización de sus canciones con el estudio musical BlackVitamina de Santiago. «Los encontré por una convocatoria que hicieron para producir un tema gratis, el premio era ese. Yo no quedé seleccionada, pero igual me escribieron porque les había gustado, para dejarme el trabajo a mitad de precio. Y así partió. Me gustó y dije ‘ya, me quedo acá'», recuerda. 

Este hito cobra relevancia ya que, relata, «otros productores que, por ejemplo, tengo mi pista hecha y me ha pasado que me pescan la cuestión y me la desarman completa. Ser mujer en este rubro ha sido duro, es algo que debo mencionar. Yo tampoco tengo problema con que me hagan sugerencias de cambiar, no sé, ciertas cosas. Pero eso, sugerir, no que lleguen y te lo cambien sin preguntar. Ellos (BlackVitamina) respetaron mi trabajo».

Dice que la mala experiencia le ha sucedido en el sur en general. Ahora, afirma que las cosas han cambiando en algo. «Hay más mujeres en más espacios, pero en lo que es la producción he sufrido mucho mansplaining. Se siente que todavía hay hombres ahí que quieren opacarte de alguna forma, o enseñarte cosas que tú ya sabes. Sí, ha cambiado, pero todavía falta mucho. Acá en Osorno, si te fijas, ahora hay más proyectos de mujeres, pero igual son minoría. Es una cuestión cultural que viene de un montón de años», reflexiona.

Inspirar

Frente a estas situaciones, Violeta Meier saca energía y ganas para que otras mujeres se sumen a la escena artística y musical de la ciudad. «Mi idea es motivar a más mujeres a que hagan sus cosas. Que se metan más a la música o a los procesos creativos, incluso. Porque, bueno, al final todas podemos. Hay que dedicarse y esforzarse para eso», explica.

Al respecto, cuenta que el público que la sigue está conformado cada vez más por mujeres. «Creo que eso es lo bonito de este último tiempo. En un inicio tenía como gente que me seguía y todo, pero no habían tantas mujeres. Hoy en día puedo decir que hay muchas mujeres que están ahí apañándome. Y sí, me hablan y me dicen que las inspiro o que las motivo en ese sentido», afirma. También espera colaborar con otras artistas de Osorno como Locarli MC, o como Auyen Lovas, con quienes trabajó en un beat.

«Yo siempre quise sacar la cara por las mujeres e incentivar a que hayan más niñas en esto. Aparte que teniendo a mi mamá, ella es una referente para mí súper importante. Y es una referente súper importante en el folclore acá en Osorno. Yo tocaba con mi hermana, tenía una banda también con mi mejor amiga. Y realmente debo decir que es una experiencia bacán la de sólo trabajar con mujeres. Me ha acomodado más, en la forma de relacionarse, sobre todo», asegura la cantante.

La escena en Osorno

Con todos esos antecedentes, Violeta Meier pretende crear una banda compuesta solamente por mujeres próximamente. «Mi hermana ya no está tocando. Entonces, igual quiero retomar mi proyecto anterior que se llama Sustancia X. Que es en referencia a las Chicas Superpoderosas. Quiero revivir eso», asevera. A la vez, cuenta que se contactó con agrupaciones como la Colectiva Madre Selva o Las Rebeldes.

Sobre la escena osornina, la cantante cree que «todo ha mejorado bastante, todos los artistas en general, todos han evolucionado de una forma súper cuática. Conozco otros compañeros que venían también de la escuela del rock que están haciendo otro estilo ahora. O raperos que se pasaron al género urbano y lo hacen súper bien. Ha sido bacán ver ese progreso, todos se han atrevido a experimentar más». 

Destaca sobre eso que hay variadas organizaciones que están velando «por que el arte en general sea la fuente de trabajo de todos. El hecho de hacerlo visible ya es un plus para que el resto de personas vean que esto es un trabajo más. Aquí tú eres tu propio jefe y tienes que abarcar un montón de aristas. Entonces, bueno, es súper complejo y es bien sufrido, en verdad. Hay harta depresión detrás de este cuerpo. Es importante mencionarlo».

Sacar fuerzas

Violeta Meier reconoce que en su carrera lo que más le ha costado es «la estabilidad emocional. Es complejo estar detrás de todo. No tengo un equipo de trabajo detrás, de repente, uno con bandas pucha si a ti te falta la motivación, la otra persona la tiene. Y sola, si de repente me siento desmotivada, no hay nadie ahí, eso me cuesta. Para superarlo me doy el tiempo de estar mal, lo que tenga que estar. En ese tiempo escucho mucha música, entonces no es que no haga nada tampoco. La mente siempre está trabajando al final».

La artista manifiesta que esos periodos de la vida le sirven para crear. «Yo creo mucho desde la emocionalidad y del aspecto psicológico. Si no escribo de esas cosas para mí no tiene mucho sentido. Busco ser un aporte en ese sentido. Esto de meterme en el género urbano haciendo otro tipo de letra, cuestionemos un poco, eso me gusta, salirse un poco de la de las reglas del género urbano. Siento que la música y el arte en general debe ser un arma para educar a la sociedad. Por eso para mí es importante escribir desde ahí», argumenta.

«La gente que me apoya en los shows es lo que más me ha dado fuerza este año, sobre todo, para seguir con esto. Porque yo creo que si no tuviera gente que le gusta lo que hago, no sé, tal vez ya habría abandonado la música de la forma en que la veo ahora, de profesionalizarla. El público es súper importante para ayudarme a mantener el equilibrio y la cordura para seguir en esto. Me escriben mucho, siempre me mandan mensajes bonitos. De repente estoy súper triste y me llega un mensaje. Es bonito cómo conectan conmigo», asegura.

El futuro

Hasta el momento, Violeta Meier tiene publicados dos sencillos en Spotify y cinco en YouTube, pero está trabajando en futuro EP. También tiene algunas sesiones en vivo y videoclips en las plataformas. Todos con una producción de alto nivel. «Quedé seleccionada para el Rockódromo de los Lagos y ese te abre las puertas al de Valparaíso. Entonces ahí estamos viendo qué sucede. Tampoco me he dedicado a buscar más fechas porque estoy craneando los videoclips que voy a sacar y todo el tema», adelanta.

También indica que tiene pensado incluir bailarinas a sus shows. «Hace tiempo que quería meter bailarinas. Siento que tampoco he tenido shows tan importantes como para realmente ponerle a eso. Pero ahora sí. Este año ya saqué los singles de manera profesional, ahora ya quiero meter bailarinas, chicas que trabajan con fuego y banda, tener una baterista y bajista», sostiene.

Y sobre las futuras generaciones de músicas y músicos locales, Violeta Meier es clara. «Confíen más en sus capacidades. Puedes tomar cursos, estudiar de internet. Tener un cartón en la música no cambia absolutamente nada. Lo digo porque estudié canto y dije, bueno, ¿qué estoy haciendo acá? No necesito tener un cartón que diga que soy cantante. Hubo un momento en el que no tuve confianza y eso me llevó a demorarme mucho. No evadan las cosas, vivan los procesos como tienen que ser», aconseja.

Para Violeta, la reflexión siempre mostró lo que es.

Enzo González (a.k.a Enzo Saga) y Franco Julián (a.k.a FrankyBoy) comenzaron a ser más cercanos en enero de 2015, mucho antes de formar MKatana. Ambos eran parte de la reconocida banda de funk urbano osornina Thich Quang Funk (TQF). Mientras Enzo ejercía como MC, Franco era el bajista y también cantaba. Pero habían intereses que los unían más que a otros integrantes de TQF. Franco y Enzo querían que la banda experimente con el rap, mientras que el resto del grupo prefería el funk clásico.

Entre ensayos y tocatas de TQF, el dúo se dedicaba a compartir sus experiencias sobre sus gustos por jugar cartas coleccionables, videojuegos y la cultura japonesa. La estética evocando la niñez noventera y las ganas de rapear, como siempre habían querido, fue fundamental para dar forma a Mkatana. En enero de 2018, ambos músicos se juntaron «en serio» a crear y fluir sobre los beats que producía Enzo. Era el inicio del dúo rapero experimental.

«Aparte de ser un buen complemento musical, éramos y somos muy buenos amigos, entonces era como: ‘Bueno, hagámoslo pero no carreteando. Hagámoslo en serio’. Y así nos juntamos, el Saga sacó una pista. Fue así nomás, ya estamos aquí en tu casa, una pista, un micrófono y listo. Muy poco conocimiento técnico, compositivo en ese tiempo, porque eran más las ganas de hacerlo. Y de ahí salió el tema que se llama ‘Aquí y Ahora’. Literal el nombre», cuenta Franco.

La familia

El dúo no es tan dúo como parece. Y eso, a Enzo y Franco les gusta. Apoyan a la banda en batería y secuencias Cristóbal Soto y en bajo y coros Byron Heckmann. Enzo rapea, al igual que Franco, que además toca los teclados. Además, cuentan que reciben ayuda de la artista osornina pelodelobo en arte y visuales, y Polter Producciones en lo audiovisual. Es la familia MKatana.

«Si vamos, por ejemplo, a una tocata rapera, vamos el formato de dos MC’s con las pistas. Y a los festivales, por ejemplo, siempre vamos con la banda», dice Franco. Enzo agrega que son muy pocas las veces «que tocamos los dos solamente con pistas. Al principio llamábamos a los chicos como para poder darle un color extra a las presentaciones en vivo. Para no quedar solos de repente en inmensos escenarios. Y ahora, al revés, de repente nos perdemos si no tocamos con los chicos».

Estilo Propio

«Nosotros siempre quisimos hacer del rap de MKatana algo como esa frase cliché que ocupa el rap de ser real. Pero nuestra realidad no era andar haciendo otras cosas más que de repente estar en tu casa jugando nintendo, viendo anime hasta altas las horas de la noche. No había que darle muchas vueltas a lo que queríamos hacer. Freestyleábamos y hablábamos del anime, de las cartas, del poder», manifiesta Enzo Saga.

En términos simples, la idea de ambos artistas es hacer que MKatana tenga una identidad que se refleje en sus creaciones. «Una de las cosas que creemos importantes es la identidad. Posicionar tu identidad en un mundo ya globalizado con internet. Tomar influencias de otros lados, pero igual hacer las propias», explica Franco.

Hasta ahora, MKatana cuenta con tres EP y un LP publicados: ‘La Gran Quinta Guerra’ (2019), ‘Haiku’ (2020), Kawaii (2021) son sus primeros trabajos, además de los singles 3.16 y DMT de 2021. Hoy viernes 18 de agosto publicaron su primer trabajo discográfico de más larga duración: ‘Estilo Propio’. El lanzamiento en vivo se realizará esta noche en Club Casa Verde, a partir de las 22 horas. Acompañarán a la banda en el show artistas como Mutantestyle, Auyen Lovas, VCR, Trippzy, Likan y Delay Delay.

«Vamos a tocar todos los temas de MKatana. ¿Cómo? Ah, tienen que ir al show. Van a haber grandes invitados, va a estar bueno. Dejamos a toda la gente invitada, es un show armado, como siempre lo quisimos. Colores, estética, escena, un tanto de escenografía, texto, diálogo, hablar, entonces queremos que sea un tanto teatral», adelantan sobre el show de esta noche.

Fluyendo entre amigos

Para llegar al resultado final de este nuevo disco, Enzo y Franco reconocen que la complicidad artística forjada es una de las piedras angulares del proyecto. Dicen que no fue tan difícil seleccionar los siete temas de ‘Estilo Propio’, pero sí filtraron varios antes del resultado final.

«Después de una conversación con Franco, a mi parecer, eran varios temas que provocaban lo mismo en color y en sensación. Hubo temas que podrían haber estado, pero que al final los sacamos por la sonoridad. A nivel de arreglos, igual tiene que ver con el estilo propio. Si bien mantiene una línea a lo que habíamos hecho antes, igual es distinto a todo lo que habíamos hecho, a nivel compositivo sobre todo», cuenta Enzo. Y agrega que «mientras esté Franco y yo rapeando encima de cualquier pista, va a seguir siendo MKatana. Vamos a buscar la manera de que incluso una cueca suene así».

Franco asiente y añade que «tenemos una comunicación musical súper fluida. Nos entendemos muy bien y sobre todo el Saga en la producción. Como que cacha el tiro, por ejemplo, lo que yo quiero, cómo quiero que suene algo o qué es lo que yo estoy pensando». Enzo se muestra «agradecido del universo de poder haber llegado a Franco, porque de manera natural Franco tiene y le falta todo lo que tengo yo y viceversa. No necesito revisar la letra de Franco. Yo sé lo que él va a escribir a su manera. Lo mismo que yo. Entonces igual escribimos en cierto grado pensando en el otro. Nunca hemos discutido por un coro».

Transversales

En estos poco más de cinco años, MKatana ha tocado en pequeños y en grandes escenarios. Hay algunos hitos, como su presentación el el Rockódromo de Valparaíso por primera vez tras ganar las Escuelas de Rock en la región. También tocaron en la vecina ciudad argentina de Bariloche y en distintos festivales como Marea Rock, Piedra Andina o la Feria Pulsar. También compartieron escenario con raperos como ChysteMC, Flor de Rap, Matiah Chinaski y Chino Mákina. Un camino que va creciendo y consolidándose.

«No podría decirte cuán especiales o cuán buenos podemos ser aquí en la escena, pero sí que somos bien transversales. Puedes ver en un show un niñito de cinco o seis años y a un adulto de setenta años. De repente lo que está tocando el Franco en el teclado les llama la atención o  la forma en que salto en el escenario. Entonces, más que buenos o malos, me gusta pensar y sentir que hemos marcado una diferencia por lo transversal que somos», explica Enzo.

Franco destaca el reconocimiento que se produce entre los propios músicos. «Hay un cierto reconocimiento de los pares músicos igual. La gente sabe que el proyecto es serio, que si van a ver el show va a ser de buena calidad. De repente es más difícil llegar a las audiencias, porque ahí tienes que hacer otra pega de formar las audiencias, y tienes que dedicarte a eso. Nosotros ahora estamos apostando a hacer música desde acá y para acá. No decir ‘yo me quiero ir a Santiago y ir a sonar allá’, sino que hacer un trabajo en lo local y de ahí, si hace un buen trabajo, lo otro vendrá después», dice.

Proyecciones: el universo

Por el momento, MKatana pretende tocar todo lo que puedan en vivo. También quieren aumentar su llegada a diferentes públicos. «Queremos tocar harto y prepararnos para el verano que es donde hay más fechas. Llegar a más gente, eso siempre es importante, Que más gente nos conozca, que escuche nuestra música. Y seguir la proyección que hemos venido trayendo por los años», expone Franco.

En tanto, Enzo hace hincapié en lo comprometido que están con el proyecto. «Si me preguntas a mí las proyecciones para MKatana, hermano, el universo, realmente, el cielo. No digo que esto es el tope de MKatana. El tope va a ser cuando uno de los dos decida no estar más en la banda y esa va a ser la primera vez que yo voy a pensar en un techo o parar en MKatana. No es que no tenga ambiciones musicales, yo encantado te saco temas con Snoop Dogg, o tocar en Lollapalooza o algo así. Encantado, ¿cachai? Pero no es la meta», señala el MC.

Para eso, asumen, dedican todo su tiempo posible a la banda, ensayando dos veces por semana, tengan o no alguna presentación próxima. La idea es profesionalizar su trabajo al máximo, a pesar de que, por el momento, tengan otros empleos. «Si nosotros, que somos ya treintañeros y estamos en la firme parada de que esto es profesión, cómo no vamos a querer que los más chicos lo hagan a los 20 años. Si yo hubiese podido decidir a los 21 dedicarme a esta hueá de manera profesional, créeme que estaríamos tocando en Japón», dice Enzo.

Y es que Franco y Enzo siguen su camino, de Osorno a Tokio, con su estilo propio.

Enzo y Franco son MKatana

 

 

En tiempos en que el estallido social comenzaba a ser tema sólo de día viernes en los noticieros, sin imaginar que en pocas semanas estaríamos viviendo una pandemia mundial, Catrian (21) se atrevió. Habló con Rodrigo, el dueño del restaurant Maluza de Osorno, y pidió una fecha para ir a tocar sus primeras canciones. Las llevaba ensayando por algunos años en los que quiso aprender a hacerlas absorbiendo todo los conocimientos posibles sobre acordes, progresiones y lenguaje musical en internet.

Pero en ese, ahora, lejano 2020, Catrian tenía todavía mucho que aprender. Había salido del liceo recientemente y los cerca de cinco años que tenía tocando guitarra eran sus antecedentes. Realizó su primera presentación en vivo en Maluza, tras la respuesta positiva de su dueño para tocar. Invitó a sus amigos y amigas para que vean su debut musical en aquella noche fría.

Entre el nerviosismo propio del debut y las bajas temperaturas, Catrian reconoce que le fue mal, pero pudo terminar su repertorio. «Me fue mal. Ahora lo veo como la hueá chistosa, pero… lo pasé mal. Como en el autoestima, ¿cachay? Y claro, lo que me dije para animarme fue que tenía que meterle empeño, aprender más cosas y sacar la voz. No tengo que encerrarme en una burbuja de ego, porque no se trata de mí, solamente», cuenta a El Sureño.

«Yo quiero ser ese»

Catrian vivió hasta cerca de los trece años en Ensenada. Luego llegó a Osorno con su familia. Antes de eso, en los inicios de su segunda infancia, vio en televisión una imagen que pudo haber sido un momento clave en su vida. «La primera vez que vi una guitarra de rock, una guitarra eléctrica, fue en una película de Barney. Vi al niño con la guitarra eléctrica y dije, ‘yo quiero ser ese niño’. A mí nunca me compraron una guitarra hasta que tuve como trece años», explica.

Así comenzó su viaje autodidacta por la música. Aprendió a tocar guitarra viendo videos en YouTube. En paralelo escribía poesía, otra de sus pasiones. Empezó a musicalizar sus poemas, o a escribir nuevas canciones como si fueran poemas musicalizados. Eso tuvo que dejarlo atrás, ya que la métrica estructurada de la poesía no calzaba siempre en sus acordes. Todo fue aprender, evolucionar y probar. Hasta que cerca de la mayoría de edad, por fin sintió que sus creaciones eran dignas de ser grabadas.

«Empecé a aprender a cantar, escuchando música y cantándola. Y siempre he hecho eso. Por ejemplo, desde el año pasado, ante pasado, puedo cantar bien. Cada vez estoy mejorando, pero siempre escucho música, no sé, escucho Lucybell, Fito Páez o cosas así, que requieran un reto. Y las practico hasta poder llegar a eso y para poder cantar mis canciones mejor. Eran canciones en que yo agarraba la guitarra, improvisaba alguna letra , la grababa y después me la aprendía», relata sobre esos primeros temas.

En busca de una visión

En 2019, con la crisis del agua en Osorno a cuestas, y el estallido social irrumpiendo sin que muchos lo hayan visto venir, despertó en Catrian una motivación para su arte. Quiso darle una razón más social a sus creaciones. Estaba en cuarto medio y ya podía crear sus canciones, según sus sensaciones. Las humanidades, la lectura y la escritura también formaban parte de su arte. Lo entremezcló para empezar a darle forma a su primer gran proyecto musical.

Comenzó a estudiar derecho justo cuando llegó la pandemia en 2020. A esas alturas ya contaba con un repertorio propio capaz de conformar una idea matriz. Ya había pasado lo de Maluza, por lo que levantarse era primordial para seguir. Así nació su primer disco ‘Cartas‘, lanzado en septiembre de ese año. Dice que fue la conclusión de sus primeros aprendizajes en la música. «Recién ahí aprendí a hacer canciones y a estructurar ideas en torno a ellas», señala.

2021 es, hasta ahora, el año más prolífico en cuanto a trabajos discográficos para Catrian. Ese año lanzó dos nuevos discos: ‘Hilos‘ y ‘Caleta de Gente‘. «Hilos lo grabé en un iPhone viejo, era un álbum guitarrero y las letras estaban llenas de metáforas. El problema es que nadie cachó mis metáforas, me fui en la locura. El Caleta de Gente tiene un concepto más complejo; hay tanta gente alrededor tuyo que no te puedes ver a ti», expone. La lectura fue fundamental en aquel LP. El libro ‘El Enjambre’ de Byung-Chul Han fue clave para entremezclarlo con sus vivencias, reconoce.

Los cambios y la antropología

Sin motivación para seguir estudiando derecho, tras dos años de clases online en casi su totalidad, Catrian comenzó una nueva búsqueda. Quería estudiar algo relacionado con sus intereses artísticos y sociales. Fue así como llegó a la Antropología, tras los consejos de una amiga cercana. Hoy pretenden combinar todas sus habilidades con su arte.

2022 fue su primer año en la nueva carrera y también comenzó a llenarse de proyectos. Tenía ganas de difundir y tener espacios para lo que estaba haciendo. Empezó a forjar una productora audiovisual junto a un amigo, con la beca indígena que le otorgaron de forma retroactiva se compró una interfaz de audio. Decidieron revivir un viejo proyecto con la Productora Carepalo, grabando sesiones en vivo de artistas locales. También grabó de mejor manera nuevas canciones.

Toda esta vorágine de actividades, cuenta, intensificó su aprendizaje gracias a los contactos que hizo. Por el trabajo y por colaborar con otras personas aprendió «cuánto cuesta parar un proyecto. Hay que aprender mucha gestión y tener recursos técnicos que luego te servirán para tus propias creaciones», manifiesta.

La Antropología es una herramienta que utiliza para «entender a la gente y hacer arte, ocupar el conocimiento para crear, el arte es lo primero que impulsa el cambio social». Y es que existe un punto de conexión entre el arte y su respectivo contexto. Es lo que más le gusta, asegura, de escuchar música. Entenderla según lo que ocurría alrededor de esos proyectos. Hoy se asume fanática de Lucybell y sus experimentaciones showgaze noventeras. También le gusta la música urbana y no adhiere a las teorías clasistas sobre las letras de esas canciones. «Es como muestran su realidad», sintetiza.

Títere espectacular

En mayo de este 2023, tras más de un año y medio de componer, Catrian lanzó su cuarto y último trabajo, hasta ahora. Se trata del disco ‘Títere Espectacular‘, diez canciones en poco más de 27 minutos. Cada una de ellas retrata vivencias que las convierten en personajes, al igual que un títere, explica sobre el concepto. Para Catrian «cada tema es un personaje distinto, porque todas las vivencias valen canciones. Para todas las emociones que sienten las personas de mi círculo se puede hacer una canción».

En este trabajo también aumenta la complejización de las estructuras que componen sus canciones. Fruto del trabajo que realizó en los años previos y que culminó con ese lanzamiento. «Si uno quiere hacer arte tiene que hacerlo aunque salga mal. La hueá tiene que estar estructurada de alguna forma. La simplicidad igual es buena, pero también me gusta la complejidad de la música», aclara.

Dentro de sus aspiraciones de aquí en adelante espera que su música sea buena, que tenga estructura y coherencia. «Me gusta mi música. No es lo único que hago, trato de juntar lo audiovisual, la antropología, escribir. Me gusta generar comunidad en torno a la música porque fortalece el arte», declara. Dice que vivir de la música sería un sueño, pero que ve más potencial a sacarle provecho a todas sus habilidades. Quiere vivir, además, de la gestión, la escritura, hasta hacer un libro. Que el arte sea su vida.

Portada del disco Títere Espectacular

La escena osornina y el futuro

Catrian reconoce que las bandas en Osorno pueden tener más escenarios donde presentarse que los proyectos puramente solistas. Dice que no le molesta y que le encanta ir a ver bandas locales en vivo. También admite que ha sido bien recibido en la escena local y que eso se refleja en que las y los artistas la han escuchado su trabajo. Igual admite que quiere formar una banda con Diego, un amigo jazzista, y otras personas. «Una banda buena», precisa.

«Sin chaquetearse entre artistas, podemos llegar a más lugares, cuando se trata de organizaciones culturales y ocupa parte del trabajo del artista, que se converse. Que haya certidumbre de qué vas a sacar de apañar las actividades. Mientras no se caguen entre todos y se respeten, que no haya violencia, que haya honestidad, que las personas de la escena se sientan seguras. La escena irá mutando, pero falta que se promueva el interés de la gente por el arte. No puedes obligar a nadie a que consuma arte, pero puedes crear más espacios artísticos. El Estado debe hacerlo y no lo hace porque no es rentable», indica.

Este año, Catrian volvió a tocar al Maluza. Fue una especie de reconciliación con su propio aprendizaje y con la música. Ya ha ido varias veces durante el año. Fue saldar una deuda que la mantuvo resentida por un buen tiempo, pero que ahora es sólo una anécdota. Después de todo, su propia vivencia la hizo aprender y componer las canciones que más le gustan y que conforman su repertorio favorito.