Jorge Arrate: «el FA tiene las condiciones para transformar la sociedad chilena»
Hace pocos días se vivieron las elecciones internas del nuevo partido Frente Amplio, un paso fundamental en su nueva estructura tras la unificación de los partidos y movimientos que lo conformaban. Con ello, hubo algunos que tuvieron que volver a militar oficialmente, ya que antes lo hacían como miembros de movimientos no constituidos como tales. Es el caso de Plataforma Socialista, parte del nuevo partido y que en sus filas tiene a uno de sus fundadores, el exministro y excandidato presidencial, Jorge Arrate.
Quien fuera director de la Editorial Quimantú y vicepresidente ejecutivo de Codelco durante el gobierno de Salvador Allende, conversó con El Sureño acerca de esta nueva etapa política en su vida, en la que se erige como una de las personas con más experiencia y trayectoria dentro del socialismo, uno de los principios fundacionales del nuevo partido Frente Amplio.
Como un histórico de la izquierda, reconocido por jóvenes y no tan jóvenes, después de una vida de militancia en el Partido Socialista, y haber sido parte de distintas expresiones de la izquierda, ¿qué es para usted el Frente Amplio y por qué decide volver a militar?
En efecto, milité cuarenta y cinco años en el Partido Socialista (PS), hasta 2008. En ese año asistí a mi último Congreso del PS, en Panimávida (Región del Maule), y presenté, junto a un puñado de compañeros, un voto que proponía reemplazar la Concertación por una nueva coalición que pusiera fin a la exclusión de importantes sectores de la izquierda y fuese efectivamente integradora. No tuvimos éxito, pero mi afán desde entonces ha sido reconstituir una izquierda fuerte, más poderosa de lo que nunca fue en el pasado. En 2009 levantamos una postulación presidencial que cursó esas ideas, con el apoyo del Partido Comunista, diversos grupos de socialistas, en especial los “socialistas allendistas”, la Izquierda Cristiana, jóvenes que se retiraron de la Juventud Socialista y sectores autonomistas conducidos entonces por mi amigo Carlos Ruíz. Con muchos de ellos nos hemos reencontrado en el Frente Amplio.
En los años inmediatamente siguientes participé en diversos intentos de reagrupar sectores dispersos de izquierda e intenté mantener contacto con dirigentes universitarios del autonomismo, cuyas acciones siempre seguí con especial atención. Pero, como usted dice, pasó un largo período de diez o doce años en que me mantuve como “socialista autónomo” o “socialista sin partido”, aunque los últimos cinco participé en la valiosa experiencia de un grupo abierto muy activo, que iniciamos con Ernesto Águila y otras compañeras y compañeros, como fue Plataforma Socialista.
Ahora pertenezco a un partido y vivo días esperanzados porque quisiera en este último tramo de mi trayectoria política ayudar desde la simple militancia a enfrentar los desafíos que nos esperan. En particular, me convoca el empeño por desarrollar el Frente Amplio, una fuerza socialista, latinoamericanista, feminista, democrática, ecologista y de izquierda, que ha asumido como propia la herencia del movimiento popular chileno de los siglos XIX y XX, sin que eso signifique usar el pasado como calco del futuro porque esa perspectiva no es útil. El Frente Amplio tiene, a mi juicio, las mejores condiciones para impulsar un gran debate en el conjunto de la izquierda con el propósito de rediseñar un proyecto de mediano y largo plazo para Chile y de conformar una fuerza política, social y cultural que transforme radicalmente la sociedad chilena. Es, entre otras virtudes, esa potencialidad creativa lo que hace tan potente al Frente Amplio.
Dentro de los principios de este nuevo partido se reconoce que el FA es un partido socialista. Para usted ¿Qué significa que el FA sea Socialista?
El Socialismo Chileno ha sido siempre más que el Partido Socialista, como lo demuestra el importante acontecimiento que conocemos como República Socialista, de 1932, que tuvo lugar sin que hubiera una única organización socialista. Esta es una verdad histórica, que no significa negar que la constitución del Partido Socialista de Chile en 1933 fue un hito memorable, como también lo fueron, en la historia del Socialismo Chileno, la fundación de la Sociedad de la Igualdad en 1849, la fundación del Partido Obrero Socialista en 1912, la formación del Frente de Acción Popular (FRAP) en 1956 y el triunfo de la Unidad Popular y Salvador Allende en 1970. Mi esperanza es que en el futuro la constitución del Partido Frente Amplio llegue a ser también un hito notable en la historia de las luchas populares.
¿Qué tipo de socialismo defiende?
Como en todo el siglo XX existen hoy varias organizaciones políticas que se identifican con el socialismo, desde ya los dos partidos clásicos, el Partido Comunista y el Partido Socialista. A ellos se suma ahora el Frente Amplio y subsisten, además, agrupamientos más pequeños, que hasta ahora se mantienen al margen del entendimiento de izquierda conformado por el PC, Acción Humanista y el FA, ya sea por discrepancias políticas o porque no desean constituirse como “partidos”. El conjunto de sus militantes se reconocen en una historia común, nacional e internacional. Coinciden en, por ejemplo, el significado que tuvo el “allendismo” y en las grandes demandas por igualdad, libertad y solidaridad. No coinciden necesariamente en su juicio sobre las experiencias de construcción socialista que hemos conocido (la URSS y sus aliados de Europa Oriental, el socialismo autogestionario yugoslavo, la trascendente consolidación de la República Popular China, la Revolución Cubana, la vía chilena al socialismo) ni en otras materias igualmente significativas. El análisis de dichas experiencias indica que efectivamente han sido eso, tentativas importantes de avanzar hacia otro modo de vida en sociedad que no pudieron consolidarse en el seno de una sociedad global predominantemente capitalista que los declaró enemigos. Cada una ofrece motivos de reflexión, posibilidades de aprendizaje.
Nadie puede en el mundo de hoy pretender, como en cierto modo lo intentó la URSS, convertirse en quien otorga patente de socialismo. Sin embargo, la idea socialista no es un vacío o una ilusión, ni una opción arbitraria, es una esperanza concreta cuyos rasgos, no necesariamente idénticos en todos los territorios, sería largo y pretensioso desarrollar ahora. Y que, por lo demás, requieren de un diálogo extenso que vaya configurando una nueva propuesta que considere como elemento indispensable su compatibilidad con formas de gobierno democrático de alta participación y con instituciones propias de la democracia directa. Por eso, cuando planteamos la indispensable consonancia entre el sistema económico y el político no nos referirnos al matrimonio entre un capitalismo humanizado y la democracia representativa, que parece ser la fórmula preferida de los que se definen como “social demócratas”. Aunque el camino es difícil, aunque es largo, aspiramos al socialismo porque queremos superar un sistema económico fundado en el abuso y sus diversos modos de provocar sometimiento, y la fugacidad democrática de los sistemas políticos que se contentan con el logro del voto universal.
Jorge Arrate – Radio Universidad de Chile
¿Cómo se diferencia este partido, del tradicional PS?
No voy a entrar ahora al análisis de las diferencias entre el PS y el FA. Una de las razones es que mis visiones críticas sobre el PS y su actual conducción pudieran causar molestia innecesaria. No siento al PS como enemigo, viví allí tiempos gloriosos y también de dolor y decepción, y siempre que puedo trato de revivir los primeros. La mayoría de la gente interesada en los partidos y en la política —una minoría, actualmente— conoce las diferencias a que usted alude.
¿Pueden coexistir en la política, dos expresiones del socialismo en Chile?
Ambas organizaciones comparten una historia larga de la que han querido hacerse parte; el PS tiene una memoria propia más extensa que el FA pero creo que éste se asoma al futuro sin complejos y con nuevas perspectivas. Ambos subsistirán en el espacio socialista chileno. Veamos qué camino hace cada uno.
Desde la experiencia de la vida y la militancia socialista, ¿Cree que el FA sigue siendo un partido generacional y qué desafíos enfrenta?
No cabe duda que es un partido generacional. Es una fuerza que emerge en el siglo XXI con implantación fuerte en el movimiento estudiantil y con vínculos en el movimiento poblacional. El autonomismo, la SURDA, el NAU, los “pingüinos” en 2006, las relaciones de competencia y colaboración con la Jota, la lucha unitaria contra el lucro y por la gratuidad en 2011, la masificación del feminismo, la inscripción de Revolución Democrática como partido en 2014 y Convergencia Social en 2020, candidaturas presidenciales y parlamentarias propias en 2016 y 2020, Boric Presidente. Una historia breve si consideramos los logros alcanzados. Uno pudiera decir que para hacer ese trayecto corto y formidable no fue un problema ser una fuerza generacional.
Quizá es tarde para que el FA supere el desencuentro generacional que tuvo con los grupos etarios hegemónicos durante los “treinta años” a los que criticó muy duramente, muchas veces con razón, aunque no siempre. Por una parte, contemporáneos míos quedan cada día menos, por otra, ya hay una camada de dirigentes y militantes del FA que superan los cincuenta años. Pero, para mí, la cuestión generacional es particularmente inquietante en los grupos etarios posteriores a la emergencia y consolidación del FA. La real capacidad de dejar de ser un partido generacional no se prueba con nosotros, los viejos y los más viejos, sino con los más jóvenes. Es este un punto de la mayor importancia y estoy cierto que la nueva dirección le otorgará prioridad.
¿Cuáles han sido los errores que ha cometido el FA, especialmente, a la hora de gobernar y qué aprendizajes quedan para su partido?
En cuanto al gobierno, tengo críticas puntuales y también conciencia que le ha correspondido actuar en un tiempo muy difícil y en condiciones muy adversas. Mi crítica principal ha sido la falta de política hacia las organizaciones y movimientos sociales y la carencia, desde el gobierno, de un impulso para contribuir a superar la brecha que actualmente existe entre el universo de lo político y la vida social. Se dirá que son los partidos los que debieron asumir esa tarea, pero los partidos atraviesan por un momento complejo ante la sociedad. Así como el gobierno ha realizado varias “cumbres” político partidistas sería significativo que convocara también a un amplio diálogo a las instancias activas del mundo social y a los municipios, como propusimos hace ya dos años como Plataforma Socialista. Aún estamos a tiempo.