[Reseña literaria] El lector, o el que lee a alguien un texto. Por Pepa Durán
“Me pregunto si las cosas debían ser así: unos pocos condenados y castigados, y nosotros, la generación siguiente, enmudecida por el espanto, la vergüenza y la culpabilidad”, dice Michael Berg, protagonista y narrador de El lector, refiriéndose a cómo los nacidos “más tarde” del Holocausto debían interpretar la información que recibían de los horrores del exterminio judío. Y el mismo narrador contesta: “No podemos aspirar a comprender lo que es incomprensible, ni tenemos derecho a comparar lo que en sí es incomparable”. Porque pensar el Holocausto es pensar en lo indecible; relatar a esa generación posterior, muda, avergonzada y llena de culpa es describir una escinción, la construcción de una dialéctica entre atractiva y repulsiva que, sin embargo, en El lector, se envuelve en una historia de amor.
Relatar acontecimientos como los ocurridos en Auschwitz probablemente requiere alguna especie de deconstrucción de la realidad próxima, de una forma de contar los sucesos en virtud de cómo son reflejados en el espejo perceptivo de la materialidad. Amado Nervo se refirió a la nueva subjetividad que traía el siglo XX como un “ver hacia dentro”, una forma de tocar el “alma íntima, arcana, misteriosa, de las cosas mismas”. Relatar de alguna u otra manera el Holocausto judío debe requerir mirar al interior de uno, como dice Nervo, verse hacia dentro y hacia el alma íntima de los hechos mismos para buscar significados que no existen.
DER VORLESER
El título original de este libro de Bernhard Schlink es Der Vorleser que en alemán significa “el que lee a alguien un texto”. Y literalmente eso es lo que este libro encierra; los motivos que empujan “leer a otro” en esta historia son el hilo que conduce y da sentido y unidad al relato. Más aún, “vorleser” implica el uso de la voz, así que leer a alguien un texto en voz alta tiene aún más sentido y conexión con la trama de esta novela.
EL LECTOR
El lector está escrito en tres partes.
La primera parte relata simplemente una historia de amor entre un adolescente y una mujer de treinta y cinco años; una historia que se va complejizando con la aparición de “el lector”, o ese que lee en voz alta, que engrosa el trayecto erótico del relato.
La segunda parte se torna en una revisión del pasado alemán, pero principalmente de este conflicto entre la generación posterior al holocausto y sus predecesores, acusados de cómplices de los crímenes nazis, cobardes, contempladores, omisores y/o falsos ciegos. Para esta generación, aunque no eximida de vergüenza, el enfrentamiento con estos antecesores está lleno de energía, acción y agresividad. Al menos así lo dibuja Schlink. En esta segunda parte, en que los crímenes se exponen ligera aunque perturbadoramente, otra vez aparece alguien que lee un texto a otro. Y aunque no quizás en el plano del erotismo, sí en el plano del deseo y la perversión.
Finalmente la historia reversa, la tercera parte cierra un círculo en que se ha hilado una narrativa entre romántica, erótica, retentiva e imposible. Aquí se desatan los nudos, se comprende el núcleo y lo más céntrico de lo contado se expone como un paño extenso y absoluto. Nuevamente “el lector” es el objeto que descubre la interpretación.
RECONOCIMIENTOS
El lector se convirtió en la primera novela alemana en llegar al primer lugar de la lista de mejor vendidos del New York Times. En 1988 ganó el premio de literatura alemana Hans Fallada Prize y en 1999 el Booker Prize en Reino Unido e Irlanda. Fue incluido en el currículo universitario de los cursos de la literatura sobre el Holocausto, de alemán y de literatura alemana. En 2008 el director Stephen Daldry dirigió una versión cinematográfica que fue nominada a cinco premios de la Academia, Kate Winslet ganó el Óscar a la mejor actriz por su interpretación de Hanna Schmitz, el gran personaje femenino de la historia.
HANNA
Porque Hanna es fuerza a la vez que debilidad e ignorancia, va de lo erótico a lo ajado, de lo esencial a lo accidental, accesorio. Hanna es mutación, es la hebra que anuda y fusiona, es esa mujer que enloquece, conquista y fascina, es quien siente vergüenza aunque disimulo, es el resultado del territorio sombrío de la subjetividad, allí donde la honra se agita por la crueldad y el refugio.
Finalmente, una distancia insalvable parece grabar la relación entre el narrador y esta mujer, una evidencia de los mapas culturales alemanes, lo generacional, el sentido y el deber. Un desenlace que aprieta el corazón y camina por los más oscuros y dolorosos recodos del alma humana.
Un libro cortito, sobrio y vital. Recomendado absolutamente.
Por Pepa Durán, de @aqui.se.lee.
Magister en Lengua y Literatura Hispánica, Universitat de València.
Magister en Educación, Universidad Católica de Chile.