[OPINIÓN] La educación como eje articulador del proyecto frente amplista. Por Rodrigo Hayden

En pleno proceso constituyente, es necesario preguntarnos como sociedad chilena: ¿para qué queremos educarnos? ¿qué queremos de nosotros mismos? Las respuestas a estas preguntas son complejas y parecen tener infinitas posibilidades de construcción personal. Sin embargo, Bertrand Russell, en su obra «La Educación y el Orden Social» (1988, Edhasa), simplifica la respuesta al relacionar la educación con el orden social y, por ende, con una decisión política.

Entonces, surge la interrogante: ¿cuál es el orden social que deseamos construir?

Según Bertrand Russell, existen dos posibilidades fundamentales de construcción cívica en el ordenamiento social, cada una con múltiples variantes que pueden dar la impresión de ser infinitas. Sin embargo, en esencia, se reducen a dos opciones: una educación orientada a la construcción de una sociedad que promueva el desarrollo colectivo y una educación enfocada en una sociedad que fomente el desarrollo individual. Estas dos visiones de educación se contraponen, ya que cada una busca anular a la otra.

Si la educación se orienta en exceso hacia lo colectivo, muchas características individuales se ven inhibidas. Una educación centrada en la construcción de una sociedad cohesionada no favorece la presencia de actores creativos, rebeldes o agresivos, ya que estos rasgos pueden ir en contra del objetivo de fomentar el respeto, la búsqueda de entendimiento mutuo y la solidaridad. Como efecto colateral, se puede generar cierta pasividad en las personas.

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Por otro lado, una educación centrada exclusivamente en el individuo busca potenciar aquellas características que pueden ser consideradas contraproducentes para una sociedad basada en el respeto mutuo. En este enfoque, se valora que el estudiante sea creativo, que pueda rebelarse ante las circunstancias y actuar por sí mismo, y que sea capaz de motivarse y generar cambios que mejoren su realidad. La solidaridad se percibe como una simple caridad y el entendimiento mutuo puede ser relegado a un mero acuerdo transaccional. En este caso, el estudiante no puede ser pasivo. Russell nos recuerda que hay “un delicado equilibrio entre la formación de individuos conscientes de su responsabilidad hacia la sociedad y la preservación de su individualidad y libertad».

Mientras no respondamos como sociedad chilena a la pregunta de qué queremos construir a través de la educación, nuestra identidad y cultura estarán cooptadas por un grupo minoritario pero poderoso, que impuso su modelo de sociedad durante la dictadura de Pinochet, interviniendo, entre otras estructuras, el sistema educativo. Muchas personas que viven con miedo en el Chile actual deben cuestionarse por qué se ha construido una sociedad individualista a través de la Constitución de 1980, la cual ha generado la proliferación de la delincuencia, el tráfico ilegal y la violencia.

Rodrigo Hayden Retamales
Mg. En Políticas de Educación Superior