[OPINIÓN] De tramitologías y permisologías: ¿crecimiento o medioambiente? Una falsa dicotomía. Por Juan Carlos Viveros 

Lo suyo ¿genera actividad económica? Sí. ¿Crea empleos? Sí. Es verdad.

Pero también deja fondos marinos muertos, contamina, degrada ecosistemas, impacta especies nativas, altera equilibrios que le tomaron millones de años a la naturaleza el sostenerlos.

O sea, generar actividad económica a nivel intensivo-industrial y crear esos empleos tiene un enorme pasivo, externalidades o sencillamente un costo, puesto que aquello que se destruye tiene un valor. El problema es mucho mayor cuando economistas y gobiernos no incluyen en sus análisis estos costos. Hablamos de costos climáticos, ecológicos, ambientales y culturales, que hoy tienen bajo una enorme amenaza a nuestra propia existencia.

¿Quién está “pagando” esos costos? Nadie.

¿Cuál es el monto del daño? La fundación Changing Markets realizó un estudio para los 4 países principales productores del mundo, estimando para Chile poco más de 13.000 millones de dólares entre 2013-2019, es decir, poco más de 2.000 millones de dólares anuales. Ese es el valor aproximado de los impactos de la industria salmonera. 

En la vereda de enfrente, el reciente estudio del programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile, valora en cerca de 5.000 millones de dólares anuales los servicios que nos brindan solo siete parques nacionales de la región de Aysén.

Para ir más a fondo, entonces, es deber preguntarnos: ¿hay punto de equilibrio? ¿se puede compatibilizar todo eso? 

Se torna evidente que, como país, tenemos algo serio que conversar sobre el cómo se están llevando a cabo los grandes negocios, puesto que es el mismo modelo que se repite en Minería, el sector Forestal, Salmoneras y otras.

¿Qué pasaría si los valores reales de los costos fueran tan grandes que mostraran que una mega industria no es rentable? ¿Qué haríamos como país? 

El desafío enorme que tenemos es encontrar respuesta a todo lo aquí planteado y, en lo personal, creo que es el momento. No podemos seguir autoengañándonos entre todas y todos. Muchas de las grandes industrias del país han basado su crecimiento y utilidades en mantener una legislación débil, nula fiscalización y silencio “cómplice” del Estado que permite el mínimo control. Prueba clara de esto es la salmonicultura y su sobreproducción, caducidades, saltarse las moratorias vía aumentos de producción. Todo esto es sabido por las autoridades, los servicios y la institucionalidad pública. 

Hasta aquí la historia es conocida, puesto que Chile se ha construido así, con una “permisologia” hecha a la medida del gran capital extranjero y nacional. Una grave permisologia para obtener mayores ganancias, para saltarse las normas, para hacer vista gorda (¡Contraloría dictaminó que sernapesca y SMA no hicieron la pega por años, no había ni embarcación para fiscalizar, ni una sola !).

Y si hablamos de “asfixia” y “jibarizar” ¿no son acaso nuestros otrora fiordos prístinos los que están sin oxígeno? Y los ecosistemas marinos de áreas protegidas, decretadas así por su altísimo valor para la conservación de la biodiversidad, ¡que es la conservación de nuestra propia especie humana la que está siendo jibarizadas!

Y podemos también hablar de “ideología “.

¿Cómo eran esos fiordos, canales y borde costero de la Patagonia antes de la llegada de capitales acuícolas? Eran limpios, sanos, puros, prístinos … un pedacito de paraíso.

¿Qué pasó luego? 

Pues trajeron la ideología del capitalismo salvaje: explotar todo aquello que “pareciese estar ahí”, aquello que es de todos: bienes comunes; los llamados recursos naturales; explotar sin límites, hasta que reviente.

Y ¿la “tramitología”?

Claro, aquella que les permitió comenzar sin estudios de línea base, sin estudios de impacto ambiental ni cultural, ni económico siquiera. Aquella fue la primera “tramitología” que hoy, cuando se les quiere hacer cumplir la ley, provoca una reacción desmedida, como si cumplir la normativa vigente fuera una condena. 

Entonces, si vamos a dialogar sobre qué país queremos y cómo lo queremos, estos temas son cruciales. Debemos entender que tras estas industrias extractivas y la frivolidad del capitalismo es donde está la gran ideología impuesta que nos tiene en la sexta extinción masiva de especies. Que es el “no hacernos cargo” lo que nos tiene al borde del colapso generalizado.

Empero, no es mi afán transformar esto en una pelea. No es el conflicto lo que me mueve a decir esto. Es la búsqueda y encuentro de soluciones concretas, consientes de todo lo que he mencionado aquí. Sé que tenemos la experiencia, conocimiento y sabiduría para hacerlo. Sin mezquindades, sin extremos de ningún tipo, buscando el mayor bien común. Que volvamos al dialogo y debate informado y a la búsqueda y encuentro del camino que nos lleve al balance. 

Busco apelar al sentir, pensar, decir y hacer de todas las personas vinculadas al desarrollo, pero desarrollo sostenible y a escala humana. Basta ya de hacernos los desentendidos con lo que todos sabemos que está pasando y hagámonos cargo de encontrar las soluciones. 

Termino compartiendo una reflexión y enseñanza de un economista chileno, a quien admiro: “El crecimiento es una acumulación cuantitativa. Desarrollo es la liberación de posibilidades creativas. Cada sistema vivo de la naturaleza crece hasta cierto punto y después deja de crecer, la economía es un sistema dentro de otro sistema mayor y finito que es la biosfera, por lo tanto, el crecimiento permanente es imposible”. 

Ir contra las leyes de la naturaleza, pretender un crecimiento sostenido ilimitado en un sistema finito, seguir basando los análisis en el PIB, es atentar contra la continuidad de nuestra especie humana y eso puede ser llamado perfectamente ‘demencia’.

Juan Carlos Viveros, vocero de Defendamos Chiloé.