La llama de Fyah Attaqk nunca se apagó

Hubo una época del año 2019 en que Fyah Attaqk, el ataque de fuego jamaicano, se convirtió casi en cenizas. Pasaron dos años en los que Pedro Torralbo (29), nombre real del cantante de dancehall, estuvo alejado de la música. Tras nueve años de carrera en la escena local, las diferentes ideas y objetivos disolvieron su banda de reggae Natural Mystic. Para Pedro parecía que era una etapa que quedaba atrás.

Muchos años antes, cuando Torralbo era un niño que vivía con sus abuelos y su madre, era la radio la que transmitía los hits de la época. A fines de los 90 y a principios de los 2000, un ritmo jamaicano se tomaba casi toda la frecuencia radial. Gondwana, con Quique Neira como vocalista, saltaba a la fama con varios éxitos reggae que se hicieron parte del cancionero popular. Pedro dice que esa música le ponía los pelos de punta. Fue su primer acercamiento a dicha cultura.

Sin embargo, fue otra la banda que terminó por encender la llama de aquel niño. Las visitas de un primo de Torralbo que llegaba al campo con CD’s de sus bandas favoritas le cambió la vida, cuenta. «Me metió con Ska-P, hermano. Quedé pegado con Ska-P. Primero escuchándolos en la (radio) Rock and Pop, te estoy hablando del año 2002, 2003, más o menos. Escuché Niño Soldado y quedé loco, me voló la cabeza. Por la letra, el sonido, todo», revela.

Reggae y Dancehall

No se puede hablar de Fyah Attaqk y su estilo sin abordar la evolución que tuvo su gusto musical. Con Ska-P como banda de cabecera, Pedro empezó a escuchar los ritmos que venían de la isla de Jamaica. Inevitablemente llegó al reggae. «La primera banda que yo conocí del reggae fue Gondwana. Pero antes de ellos igual estuvieron los Hermanos Tanaka, La Cabeza Triunfante y otras bandas. Igual eran súper místicas, me volaron la cabeza sus melodías y letras. Y de ahí ya no paré más», narra.

La inquietud propia de la adolescencia lo hizo ir descubriendo bandas y ritmos. «Yo dije ‘esta vola es mía’. Me enamoré. Después llegué al dancehall sin saber que el reggae tenía que ver con el dancehall.  Escuché el dancehall y me empecé a entrometer más a los artistas jamaicanos. Empecé a ver videos de conciertos», relata. Y agrega: «escuchaba Shamanes Crew y otras bandas del dancehall. Eran canciones como más delicadas, con más cariño, más amor. Ahí fui experimentando y descubriendo nuevos ritmos y bandas», dice.

En paralelo, con amigos de su colegio y de otros lugares comenzó a tocar música. «Teníamos una bandita en el colegio que se llamaba Arsenal The Link en ese tiempo. Hacíamos puros covers de rock latino, Soda Estéreo, Ska-P. Con el tiempo le empecé a mostrar la música que a mí me gustaba a los cabros. Porque eran todos metaleros a cagar. Luego los cabros empezaron a enchufar con el reggae y ahí nació Natural Mystic. Ahí empecé a sacar mis primeros temas y a tocar en varios bares de la ciudad. De ahí se fue dando todo».

De romántico a rudo

Las canciones que comenzó a hacer Natural Mystic tenían un sello que tenía que ver con las letras, explica Torralbo. «Yo empecé a hacer un reggae siempre más positivo, hablando de las cosas que pasan realmente en la vida normal. Y con el dancehall igual era más romántico, hablando de amor, de amores de verano, cosas así. En ese tiempo yo era Peter Fyah. Después con el tiempo, al final del 2017 y a comienzos del 2018, me empecé a introducir en el dancehall más rudo. Con la voz más grave, y ahí nace el Fyah Attaqk», asegura.

Torralbo escribía y también hacía pistas para canciones que le gustaba componer en su propio estilo, además del trabajo creativo con Natural Mystic. Sin embargo, la agrupación duró un año más desde el cambio a Fyah Attaqk.  «Es difícil tener una banda, poder juntarlos a todos de repente. Las ideas son diferentes. Pero nunca en mala tampoco. Solamente que hubo cambios de ideas y todos querían descansar también. Igual fueron años de música y esas cosas», explica.

Fue entonces que Fyah Attaqk se tomó una pausa. «Estuve dos años sin hacer música. Me dio como una especie de depresión. Donde se acabó todo eso de la música, igual tenía otros problemas, ahí ya dije que iba a parar un poco», reconoce. La angustia por no estar haciendo música lo desbordaba, afirma. «Yo decía ¿por qué tuvo que pasar esa hueá? ¿Por qué tuvo que terminarse ese proyecto? De repente no entendía las cosas. O sea, uno sabe las cosas que pasan, pero uno que es músico y siempre ha estado en eso, le cuesta después asumir que la hueá ya no dio para más», recuerda.

No se apaga la llama

Así estuvo esos dos años, trabajando como jornal en distintas obras y recordando la música como algo lejano. Sin embargo, escucharse y verse entre los archivos que tenía guardados lo hizo re pensar en lo que estaba haciendo. «Yo soy el que he hecho las canciones, yo soy el que canto. Tengo que seguir adelante, sea como sea. Y eso hice, hermano», cuenta sobre la forma en que salió de ese lugar de insatisfacción.

«En el 2021, volví a componer un poco de música. Y ya en el 2022 volví de nuevo a darle. Tenía canciones ya escritas. Yo tengo la mala forma de escribir mis canciones en el teléfono. Un tiempo estuve escribiendo muchas canciones y de un día para otro se me formateó el teléfono y perdí toda la música que había hecho. Fue como que me había caído un rato, me volví a levantar y de nuevo me volví a caer», recalca sobre ese período de «mala suerte».

De ahí en más, recuperó y aprendió de esas caídas. Actualmente, Fyah Attaqk tiene la versión Soundsystem con pistas y DJ selector. Pero hace unos pocos meses comenzó a trabajar con banda. Se trata de La Pobla Freedom Ghetto Band. «Es con músicos conocidos, porque son cabros de Kombo Negro. Y es bacán, me siento súper halagado y feliz de trabajar con los chicos, porque son gente súper buena. Con un cariño enorme, un respeto mutuo. Hemos hablado con los cabros, que a todos nos gusta la música y estamos en la misma parada. Aquí la volá es apañarse y dar todo lo que uno pueda hasta donde llegue no más», apunta contento.

Tocar y grabar

Lo que viene para Fyah Attaqk y La Pobla Freedom Ghetto Band es girar y tocar sus canciones. «Estoy súper contento con ese proyecto ahora. Y vamos a trabajar por este verano para sacar fechas, hacer una mini gira y, si es que el de arriba lo permite, grabar algo. Grabar algún EP o algo. Yo estoy escribiendo harto y mentalizándome para eso. Hay ganas y nos hemos afiliado súper bien. Yo me contactaba siempre con el Jano (vocalista de Kombo Negro). Le mandaba mis pistas y los cabros ya habían escuchado todo mi material», comenta.

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Fue así que comenzaron a ensayar. «Nos juntamos y los cabros empiezan a tocar el riddim. Totalmente natural, igual uno es como afortunado, privilegiado por tener ese apañe y esa energía. Porque de repente pasa que a lo mejor no van a enganchar al tiro. Pero los cabros, hermano, al tiro. Máquinas los cabros», cuenta sobre el proceso de formación de la banda.

La idea de Fyah Attaqk es dejar algo plasmado con la banda. «No sé cuánto dure tampoco el proyecto. Los cabros tienen su propio proyecto. Yo tampoco me puedo encariñar tanto, por decirlo así, aunque ya estoy encariñado con ellos. Pero no me puedo apropiar tanto, porque tienen su volada los cabros. Sacaron su disco y todo eso, es un trabajo que merece descanso. Así que yo creo que lo que se pueda hacer, lo vamos a hacer. Y por mi parte voy a seguir haciendo música con ritmos de instrumentales, sigo con eso», relata. Para crear, actualmente trabaja con Enzo Saga del estudio Manila y con DJ Routman de Santiago en producción e insturmentales.

Hacer de todo

Con una escena del dancehall pequeña y casi exclusiva por su proyecto, Fyah Attaqk, dice, debe crearse sus propios espacios. Desde siempre ha sido así. Es por eso que tiene casi la misma experiencia haciendo música, organizando sus propios eventos. «Actualmente autogestiono mis propios eventos. Porque acá, tengo que ser realista, a mí poco se me invita a tocatas. Los cabros de Kombo Negro siempre me invitan, los cabros de los Raska también. Tenemos ese grupito en que todos se apañan a las tocatas. Y yo ahora estoy haciendo lo mismo, generando espacios», precisa.

Importante para aquello ha sido la colaboración con uno de sus amigos que tiene un local de comida en Osorno. «Tengo un amigo que tiene un local en la Quinto (Centenario), que se llama Senvoló Micro. Aprovecho de pasar el dato, el brother es cocinero y cocina espectacular. Vende sus cositas en su local y ahí estamos haciendo cosas. El brother vende su comida sus bebestibles y nosotros colocamos la música, hacemos la fiesta. Grabé el videoclip de Ina Di Area ahí», expone.

«Siempre he estado metido y ligado a la organización de mis propios eventos. Siempre autogestión. Las tocatas que hemos hecho han sido con otros artistas, no solamente yo. Involucrando el reggaetón, el rap, el afrobeat, el trap, el drill. Para todo y espacio. Yo tengo muy buenos amigos igual que suenan caleta. El Trippzy, el Vixo, el Joy Boy también. Siempre hemos estado ahí juntos», cuenta el gestor tras Fyah Attaqk.

 

 

 

Conexiones y purismos

Para Fyah Attaqk no fue fácil hacerse un espacio y un nombre dentro de una escena que tiene raíces que, a veces, se tornan puristas, como en varios géneros. «La gente me ha dicho, ‘hermano, tú has sido un hueón que no has parado. Has tenido tus bajadas, tus subidas, pero no has parado. Y yo les digo, esa es la meta, hermano. No parar. Seguir adelante con tu misma energía. Y seguirle dando, poyarte con la gente que está en la misma. Eso es lo importante», explica.

Respecto a la cultura y religión Rastafari, de donde proviene su estilo, expresa que «igual tengo mis creencias. Por eso tengo mi apariencia también. Se me ha hecho difícil en este último tiempo, porque han habido haters que me han querido bajar. Pero yo sigo ahí. Gente que cree que yo no soy rasta. O cree que yo no hablo de lo que realmente es. Porque yo igual he hecho música y me he juntado con artistas del reggaetón. A los cabros también les gusta mi música y creo que a una conexión uno no le puede decir que no. Menos si es que se trata de gente que tú conoces».

Y reflexiona: «La música es música. Y yo siempre he sido fiel a mi música, pero nunca le ha faltado el respeto a la cultura rastafari. O a la cultura reggae. Nunca le he faltado el respeto a nadie. Pero yo creo que esas son cosas que te sirven para seguir creciendo. Más que verlo por un lado de cosas malas o de que te quieran ver mal. Yo creo que te hacen más fuerte. Hay de todo, pero yo me siento conforme, porque igual he viajado con mi música, he estado en otros lugares y me han recibido muy bien».

Energía

Al hablar de dancehall Fyah Attaqk lo define en una palabra. «A mí me representa su energía, que me hace despegar. Por ejemplo, a mí en particular me gusta cuando estoy tocando en bandas pegarme mis saltos. Es como una locura demasiado bacan. Que sea energético y eso es el dancehall. Es energía, adrenalina, cantar rápido. Me prende, me vuelve loco. Y si la gente está más prendida que yo ¡me vuelvo loco, hermano!  Me gustaría que haya más dancehall, más cultura Soundsystem. Eso es lo que yo he tratado de implantar siempre acá en Osorno», recalca.

La recepción del público en sus eventos tipo Soundsystem es «bonita, como estar en Jamaica. Weed, cerveza, buenas vibras, todo bonito», plantea. Y aconseja a quienes están entrando a esta cultura: «hagan lo que les guste, cabros. Sea reggaeton, sea trap, sea drill, sea dembow. Hagan lo que les guste. Sigan haciendo música. No nos separemos, unámonos. La unión siempre hace la fuerza, el respeto, el cariño, el amor. Eso es lo principal. Y no olviden las raíces. El ragga, el dancehall, vienen siendo como padres del reggaeton y todas esas cosas. Y yo creo que esas cosas no hay que olvidarlas».

Por lo pronto, Pedro Torralbo se las ingenia para poder hacer lo que le gusta. «Yo siempre he pensado en vivir de la música. Y voy para allá siempre siempre. Uno de repente sube, baja y vuelve a subir, pero nunca tienes que dejar de hacer lo que te gusta. Lo primordial en la vida, hacer lo que te gusta, ni un brillo hacer algo que no te guste. Independientemente de lo que digan de ti o lo que piensen de ti. No es lo mismo eso, lo importante es que tú te sientas conforme y capaz de hacer lo que tú quieres hacer», cierra.

La llama de Fyah Attaqk está más prendida que nunca.

 

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