Cristina Añasco por los 50 años: «pese a las diferencias, se pudo generar una programación conjunta»
El mandato del gobierno del Presidente Gabriel Boric era desafiante para el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. La cartera, que ha tenido a dos ministras y un ministro durante el año y medio de gobierno, tuvo que coordinar la conmemoración de los 50 años del golpe. En la región de Los Lagos, la seremi de dicho ministerio, Cristina Añasco, ha liderado la tarea durante los últimos meses.
Lo primero fue la creación de las mesas provinciales por los 50 años. Las delegaciones provinciales estarían a cargo de reunirse y trabajar con distintos actores en busca de una programación para este hito. El horror de la dictadura y la falta de verdad, justicia y reparación, hacían aún más significativo el medio siglo que ha pasado. En términos de la historia, es como si hubiese pasado ayer. Sin embargo, para otros es como si ya estuviera superado.
Cristina Añasco se tomó algunos minutos para conversar con El Sureño acerca de esta compleja tarea que comenzó a principios de año y que se extenderá hasta diciembre. «Se sumaron distintas organizaciones de DDHH, organizaciones barriales, juntas de vecinos, partidos políticos, agrupaciones de artistas y personas individuales. Hemos logrado concretar una programación contundente, robusta, llena de sentido y emotividad para esta conmemoración», relata.
Una deuda del Estado
Fueron varias las instituciones que participaron y que pusieron a la disposición programación para esta conmemoración. Intervenciones artísticas, lanzamientos de libros, seminarios fueron y son parte de esta agenda. «Tiene distintos matices en las distintas provincias, de acuerdo a la realidad política y a las vivencias de los habitantes de esta región durante la dictadura. Como Estado somos responsables de mucho de lo que se le adeuda en reparación y en medidas de acompañamiento y justicia. Esto, a los familiares de ejecutados políticos, de detenidos y desaparecidos, torturados y exiliados», dice la seremi.
«Fue el Estado en su momento quien organizó todo un aparentaje criminal y, obviamente, eso debemos asumirlo como gobierno al sentarnos a conversar con las organizaciones de DDHH. Lo fundamental fue iniciar los procesos de activación de mesas de los 50 años, asumiendo esa deuda y con humildad. Asumiendo también que siempre tenemos que avanzar en medidas de reparación, porque se lo debemos a las familias. Eso, en un principio, es tensión y, cuando nos reencontramos como Estado y como familias, se tiene que asumir con mucha humildad. Y así fue», agrega.
No fue fácil, cuenta Cristina Añasco. «Tuvimos que escuchar dolores, obviamente rabia, disconformidad. Con el tiempo, en algunos casos, se fue subsanando. Asumiendo que hoy día este gobierno tiene la voluntad política de avanzar en medidas concretas desde los distintos ministerios. También avanzar en respeto, en humildad y acompañamiento permanente para buscar soluciones concretas. Son diversas las necesidades que existen en las agrupaciones de DDHH».
División en las organizaciones
Una de las mayores complejidades, sostiene la seremi, fue que se pudieran reunir en una sola mesa de trabajo las distintas organizaciones y partidos políticos del sector. «Nos encontramos con una gran división entre diversas organizaciones. También, a 50 años del no diálogo entre las organizaciones de derechos humanos con los partidos políticos, es una relación compleja. Son partidos políticos que tuvieron militantes que también fueron víctimas de la dictadura. Creo que eso es algo que siempre se tiene que dejar en claro al pensar en la conmemoración», explica Añasco.
Llegar a consensos entre las organizaciones y los partidos políticos que también sufrieron la persecución en dictadura «fue tenso, fue complejo», asume la seremi. Eso sí, valora que el espacio de las mesas coordinadas «también permitió esa conversación que nos había dado en mucho tiempo. Eso nos hizo llegar a consensos para generar una programación especial. Lo hicimos en distintas mesas, de distintas provincias, con distintos actores involucrados. Sin duda, entre ellos tienen diferencias, pero se sentaron en la misma mesa a preparar una propuesta programática conjunta».
La invitación a generar la programación fue abierta a toda la comunidad, no solamente a las agrupaciones. «Siempre los espacios fueron de respeto y cariño también a quienes piensan distinto. Lo que queremos como Ministerio es poner en valor la historia, la memoria propia y la memoria local. La memoria nos cuenta un relato duro, triste, de mucha violencia del Estado hacia las comunidades. Hacia las organizaciones sociales, las dirigencias, el mundo político en dictadura. Eso es lo que hay que poner hoy día en el frente», afirma Cristina Añasco.
Víctimas y familiares
Pese al trabajo de coordinación por parte de la institucionalidad, la seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, reconoce que «hoy día el gobierno no es el protagonista de la conmemoración. Son las familias, los ciudadanos y ciudadanas, los vecinos, la juventud que elabora una propuesta especial, cariñosa, con responsabilidad política también. Son también las víctimas a las que hoy día las queremos poner o elevar en dignidad, pensando en ellas al plasmar algún trabajo conmemorativo de los 50 años».
Esta impronta compete al Ministerio ya que, expone, «es parte de nuestro trabajo el resguardo de la memoria y del patrimonio propio de las comunidades. Eso tiene que ver con el rescate histórico de las vivencias de las familias, de las víctimas, quiénes eran, dónde estaban, cómo vivían, cuáles eran sus gustos. Ellos son el centro de la conmemoración. Cuando ha sido así, las familias, agrupaciones, se sienten acompañadas, escuchadas, respetadas. Parte del proceso de reparación del Estado es ponerse a disposición, escuchar, cobijar y acompañar a quienes han sido vulnerados».
Es por eso que no existe espacio para el negacionismo. «Cuando reaccionamos frente al negacionismo, lo hacemos desde estas acciones que ponen en valor la vida de personas que defendieron los derechos de su pueblo. Que por ello fueron acribillados, torturados, detenidos y algunos desaparecidos. Nuestra misión como Ministerio es ayudar a las organizaciones a retejer, entretejer y cruzar esas memorias fragmentadas de la región. Que podamos tener una red nuevamente que genere un relato propio de ella, de resistencia, de cuidado, de solidaridad. Contando quiénes fueron las víctimas y también quiénes fueron las personas que generaron este horror», apunta.
¿Cómo sigue?
Entre las diferentes personas que han participado de esta conmemoración, según señala Cristina Añasco, «lo primero que se ha generado es estas ganas de participar, de hacerse parte de procesos creativos. De relatar a través de murales, obras teatrales, instancias musicales, lo que significa para la sociedad hoy día también los 50 años. Se está buscando generar también un relato propio que cuente la historia a 50 años, pero que continúe en el tiempo».
«Nos dimos cuenta que perdimos mucho tiempo estando aislados cada uno, haciendo acciones separadas, sin conversar. La única manera de cuidar la memoria propia es trabajando de manera colaborativa. Sabiendo que el otro no es mi enemigo, sino es alguien que puede también colaborar en un proceso de cuidado de la democracia. Cuando la democracia está en riesgo, como lo está hoy con el proceso constituyente, nos damos cuenta que debemos generar instancias permanentes de cuidado de la misma. Eso se hace a través de ejercicios de memoria», reflexiona.
Y añade que «fueron años en que solamente las agrupaciones de detenidos desaparecidos y de ejecutados políticos mantuvieron viva la memoria y nadie más las acompañó. Y hoy día es nuestro deber como Estado, pero también como ciudadanos y ciudadanas, de sostenerlas. Además, sabemos que la gran mayoría de las familias están cansadas, no confían en ningún gobierno, ni en la clase política. Debemos sostener esta memoria y este trabajo que se inicia con el Plan Nacional de Búsqueda«.