Este jueves 15 de mayo, a partir de las cinco de la tarde, el doctor en Literatura y académico de la Universidad de Los Lagos, Cristian Vidal, presentará su libro ‘Experiencia, tragedia y violencia. La historia en las novelas de Carlos Droguett’. Lo hará en el auditorio Enrique Valdés del campus Chuyaca de la casa de estudios. Allí, Vidal estará acompañado de la académica de la UACh Dra. Cecilia Rodríguez y del profesor emérito ULagos Dr. Eduardo Barraza. La obra es el resultado de la adaptación de la tesis doctoral de Vidal en la Universidad de Chile y fue financiada por el Fondo del Libro.
El Sureño conversó con el autor acerca de este lanzamiento y las intenciones tras la investigación y publicación sobre aspectos no tratados anteriormente en un análisis de cinco novelas de Carlos Droguett (1912-1996). Las novelas escogidas fueron Sesenta muertos en la escalera (1953), 100 gotas de sangre y 200 de sudor (1961), Supay, el cristiano (1968), El hombre que trasladaba las ciudades (1973) y Matar a los viejos (2001). Todo el trabajo fue realizado entre Santiago y Poitiers, Francia, en el archivo latinoamericano de la universidad de dicha ciudad.
¿Cómo nace este proyecto y de qué se trata?
Se remonta a eso de 2018, buscando tema de investigación. Empiezo a hacer un doctorado, y tienes que tener como una línea que sea novedosa o nueva, algo distinto. Ahí llego a Carlos Droguett y me doy cuenta que hay mucho de su material que no está publicado. Ese material está alojado en un centro de investigación en Francia. A partir de eso empiezo a buscar qué es lo que se ha escrito y estudiado para presentar este proyecto. En la Universidad de Chile lo aceptan bien, y a partir de eso yo hago un viaje a Francia, al archivo de Droguett. Dos meses me quedé ahí en la universidad buscando los manuscritos de sus textos que no han estado publicados.
«A partir de eso nace la investigación doctoral. Eso termina en el 2022 aproximadamente, cierro esta investigación muy bien evaluada por académicos que son especialistas en Droguett. Después de eso, normalmente uno siempre que estudia quiere transformar estos textos, que se difundan. Pero más allá de una tesis doctoral, ya que esta no tiene mucho impacto más que para la academia y para las personas que la escriben. La posibilidad de transformarla en libro estaba ahí. Tuve que hacer una transformación en la escritura, dejarlo un poco más liviano, más accesible. Lo presenté al Fondo del Libro como ensayo, y ahí obtuve la beca para terminar de escribirlo, terminando en 2024».
«RIL toma este proyecto, pasa la evaluación interna, pero también me interesaba que tuviera un comité externo. Así que lo mandan fuera, a un profesor especialista en Carlos Droguett del extranjero y uno de Chile. Me lo aprueban y empezó en octubre más o menos el trabajo de edición, de maquetaje y todo eso. Ahora marzo ya quedó listo el texto, en abril siempre tengo varias cosas que hacer, así que para este 15 de mayo viene la primera presentación. Se supone que va a haber más, pero todavía se están gestionando. Una será en un congreso en Santiago, otra en el extranjero».
¿Y qué impacto podría tener el libro?
Una tesis doctoral tiene un impacto muy específico, es más que nada un trabajo de suficiencia. Hay una investigación detrás que dura cuatro o cinco años, que es valiosa. Mi idea justamente era poder difundirlo un poquito más allá. Y como tesis doctoral, insisto, quedan ahí en los repositorios. Ahora, yo no pienso que vaya a tener un gran impacto en la sociedad, porque también es un libro específico. Es un libro, como se dice, académico, pero sí tiene una escritura más ensayística. Está un poco liberado de toda esta especie de maquetaje de citación. Me interesa que estudiantes de pedagogía, de letras, académicos, investigadores, y en general gente que le interese la cultura pueda acceder al texto desde una mirada más libre.
«En los capítulos iniciales, por ejemplo, escribo de una forma más liviana. Ahora, en los capítulos donde hay análisis directamente de las cinco novelas que elijo, ahí se pone un poquito más denso. Esto porque hay que tener conocimiento de las novelas. Pero, por ejemplo, el caso de Sesenta muertos en la escalera, está basado en un hecho histórico. En una crónica primero, sobre un hecho histórico, que es la masacre del Seguro Obrero de 1938. Hay aspectos de materia histórica que uno va adquiriendo, va aprendiendo, entonces siento que puede tener un público amplio en ese sentido».
¿Cómo se engloban los conceptos de experiencia, tragedia y violencia en la obra?
Creo que el propio título tiene una función evolutiva, porque el libro tiene un planteamiento, una hipótesis que se convierte en tesis. La tesis para mí es que la experiencia se da en varias dimensiones, no solamente la del autor. No se trata, por ejemplo, de que el autor viva algo y lo escriba, no, es la experiencia del autor que después la estetiza en personaje. Y es esa experiencia de los personajes la que genera un mensaje e impacta en la experiencia del lector. Entonces, son tres niveles de experiencia que están confluyendo para construir conocimiento y placer estético.
«Ahora el tema es que esa experiencia es trágica en Carlos Droguett, por una serie de motivos que en el libro están detallados. Tiene una experiencia que le hace tener una visión de la vida bastante pesimista, crítica, porque tiene una experiencia trágica en general. Y esa experiencia trágica habla también de episodios de violencia histórica, cómo le afectan directamente al autor. Son esos tres conceptos los que están unidos en estas novelas que abordan la historia de Chile y la historia de América».
¿Cuándo y cómo se dio tu aproximación a Droguett?
A Carlos Droguett lo había escuchado en la carrera de pregrado, en la universidad. Sabía, al menos, que era un escritor bien transgresor, pero que yo sentía, por mi misma experiencia, no tenía la valoración y el reconocimiento que, al parecer, merecía. Pero eso tenía que demostrarlo. Yo estaba viviendo en España y allá me di cuenta que se conocía mucho a Droguett. Yo me fui de Chile sin haber leído a Carlos Droguett. En España y Francia se conocía mucho. Me hice la pregunta; ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué en Chile no se conoce tanto a un escritor chileno y afuera sí? ¿Por qué se le valora tanto afuera y qué pasa en Chile? Ese fue el primer acercamiento y cómo empecé a investigar sobre este autor.
«Por lo demás, había muchos textos que estaban en un archivo y yo quería hacer un trabajo de archivo. Quería ir a ver estas cartas que había mandado a otros escritores, estos diarios personales. Como mi tema era la experiencia, quería entrar en esa lógica, ver qué es lo que ocurre, qué te lleva a la parte estética. Así que prácticamente es por eso. Lo conocí fuera y me interesa saber por qué no tuvo el impacto que tiene en otros países».
¿Y qué puedes concluir sobre eso?
Yo tengo varias ideas y las planteo en el libro. Creo que una tiene que ver con la misma actitud del escritor. Carlos Droguett es irreverente y crítico. Por ejemplo, le preguntaban, ‘¿qué opinas de la literatura chilena?’ Tenía palabras críticas y directamente, con nombre y apellido, decía de Eduardo Barrios, por ejemplo, ‘nadie se va a acordar en cincuenta años más’, y así. Valoraba a ciertos escritores, sin duda, a (José) Donoso a (Gabriela) Mistral igual. Eso mismo lo deja fuera del circuito donde se ponen en valor a los escritorios. No tenía el beneplácito de (Enrique) Lafourcade, que falleció hace poco, que en ese tiempo era el presidente de la Sociedad de Escritores de Chile. Esa dinámica le quitó el piso para ser valorado.
«Lo otro es que su propuesta tiene un subtexto vanguardista, es decir, no te complacía, más bien te llevaba a cuestionar. Y eso creo que cuesta y costó un poco la lectura. Ahora, por ejemplo, yo me hago cargo de novelas que nadie o muy pocos han analizado, salvo Sesenta muertos en la escalera. Hay una parte que sí está bien explorada, como es Eloy (1960) o Patas de Perro (1965). Esa propuesta experimental vanguardista creo que tampoco fue muy reconocida acá. Pero, ojo, se está reconociendo ahora. A partir del 2001 se publican dos novelas póstumas, pero a partir del 2010 y hasta el 2025 se han publicado al menos cinco textos inéditos».
«También se han reeditado la mayoría de sus novelas. Por ahí faltan ciertos aspectos no más de novelas que no se han publicado, pero están saliendo a la luz sus cuentos completos. El año pasado LOM publicó dos tomos de cuentos completos. Hay otra editorial, a cargo de Roberto Contreras, que también publica los cuentos del exilio. Es decir, se está valorando ahora de manera póstuma, pero en su momento no lo logró. Y después estuvo fuera desde que se fue al exilio en el año 76 y nunca quiso volver. Yo creo que esos tres factores impactan directamente en cómo se valoró su nombre acá en Chile».
¿Cómo será la presentación de este jueves?
A mí me dan un poco de pánico escénico ese nivel de presentaciones, porque pareciera que el que habla es el centro. Pero me lo habían pedido. Va a presentar el libro una profesora de literatura de la Universidad Austral, que es especialista en narrativa, Cecilia Rodríguez. Y también un profesor emérito de Literatura de la Universidad de Los Lagos, Eduardo Barraza. La presentación es a las cinco de la tarde. Es una presentación académica, en el sentido de que son dos académicos de literatura los que van a abordar el libro. Sus comentarios van en esa línea.
«Vamos a estar dialogando los tres con los profesores y después habrá un pequeño cóctel para comentar. Y quizás haya alguna venta del libro a precio o costo. Creo que me está por llegar el stock y vamos a tener ahí algunos libritos a un precio más económico. En principio la venta será en RIL, en Buscalibre y ciertas librerías de Santiago, por ser el primer tiraje. Después es por demanda, y si hay un tiraje más largo se va a distribuir en otras librerías. Acá en la tienda de la Universidad de Los Lagos estará a disposición, pero ojalá puede estar a disposición también en librerías que hay en el sur».